Ecuador estuvo cerca de la perfección futbolística. Pocos errores y muchos aciertos. Un sistema adecuado con un funcionamiento ideal de las individualidades para consolidar el rendimiento colectivo.
La victoria ante Argentina, legítima y justa, representa para la Selección un comienzo exitoso. El entorno de la Selección cambió. El denso ambiente de incertidumbre antes de jugar con los argentinos hoy se ha convertido en optimismo en unas eliminatorias complejas, agotadoras y supremamente parejas.
Una victoria no clasifica como tampoco una derrota elimina en un camino de dos años en los cuales Ecuador jugará 17 finales para llegar al Mundial de Rusia. Por ello el equilibrio tras una victoria o una derrota será la ecuación perfecta para el grupo y su entorno.
Por ello, la relación de la Tricolor con su entorno deberá enmarcarse en niveles armoniosos que permitan a todos trabajar sin interferencias y apoyándose mutuamente en el largo camino a Rusia.
Esto es fútbol. No pueden existir espacios para las exageraciones ni el pesimismo. Por ello, es bueno recordar un axioma futbolero: dignos en la derrota y generosos en la victoria. Ni más ni menos que eso.