El guayaquileño Roberto Ordóñez se crió en la Isla Trinitaria. Debutó a los 30 años en la Serie A y se destaca en el Delfín. Foto: API
Roberto Ordóñez busca ser una inspiración para los jóvenes futbolistas del Delfín Sporting Club. El delantero es un líder e intenta transmitir su experiencia personal y profesional a sus compañeros.
Conversa con los atacantes Danny Villigua y Joao Paredes, de 18 y 20 años respectivamente, que se entrenan con el primer equipo y que suelen quedar fuera de las convocatorias.
Les recomienda ser pacientes y entrenarse con dedicación.
Ordóñez debutó en la Serie A ecuatoriana, cuando tenía 30 años. La mayor parte de su carrera la disputó en la Segunda categoría de Guayas y en la Serie B, donde vistió las camisetas de 11 equipos diferentes.
Cuenta que pese a eso no se desesperó. El futbolista tenía calma, conversaba con su familia y trataba de no dejar el fútbol pese a las necesidades económicas que atravesó. “Sabía que en algún momento llegaría mi momento, esto es lo que amo”, dijo.
En el 2015 jugó en la A por primera vez, con la camiseta de Mushuc Runa. Ese año se truncó una negociación que lo pudo haber llevado al fútbol de Bielorrusia. Así como Villigua y Paredes, otros jugadores de la plantilla también suelen escuchar sus experiencias.
‘La Tuca’, como lo llaman desde sus inicios, se considera un hombre humilde que se crió en la Isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil. Por eso nunca se niega a las entrevistas ni tampoco a firmar autógrafos.
Se ríe cada vez que le consultan sobre su apodo. Explica que fue el preparador físico Dufer Alman -que estuvo en la Tri y en otros clubes del país-, quien lo bautizó así. El atacante mide 1,85 metros y pesa aproximadamente 85 kilos.
Esa contextura le permite ser uno de los delanteros más potentes del campeonato.
El año pasado Gabriel Achilier lo definió como uno de los futbolistas más difíciles de marcar.
“Escuché que dijo eso. Achilier y Norberto Araujo son los defensas más complicados. Se ubican bien y tienen sus mañas”, contó entre risas el jugador, que este año firmó un contrato de dos años con el conjunto manabita.
Ordóñez ha hecho dupla con Carlos Garcés y cuenta que se entienden bien. Se turnan para salir del área, son de características similares y por eso intentan no ‘chocarse’. “Hacemos el esfuerzo por entendernos arriba, ponemos de nuestra parte”, dijo.
Cuenta con la confianza del técnico Guillermo Sanguinetti, quien lo puso como titular desde el arranque de la temporada. El jugador ha disputado ocho de los 10 partidos jugados y ha anotado dos goles.
“Hay pocos futbolistas con su potencia. Pero más allá de eso, es disciplinado y serio. Es un ejemplo para los jóvenes”, mencionó el estratega charrúa.
La intención del jugador es volver a jugar en el fútbol del extranjero –en el 2016 estuvo en Cimarrones de la Segunda División de México– por lo que quiere tener una buena temporada en el cuadro manabita.
Su paso por México fue inconcluso, lo califica así, por los seis meses que estuvo en ese país.
Él quiere su revancha.
“Mi intención es jugar en Arabia o en China, allá está la bendición”, dijo el delantero guayaquileño, haciendo referencia a las altas sumas de dinero que ahora ganan los futbolistas en esos países.
Ordóñez regresó a las canchas el último fin de semana, cuando los cetáceos midieron a Clan Juvenil, en Sangolquí. Estuvo suspendido dos fechas tras un choque con el golero de Macará, Osvaldo Cabral.
El delantero estaba molesto con esa resolución. Cuenta que su última expulsión fue en el 2015, lo que habla de su juego limpio. A su criterio, la sanción fue desproporcionada. “Soy un jugador fuerte, pero no violento”, se quejó.