Lionel Messi llega a Rusia junto a la selección de Argentina para el Mundial de fútbol. Fotos: AFP
Coches patrulla, fuertes medidas de seguridad, decenas de policías y militares… Tras las amenazas del Estado Islámico a estrellas del Mundial como Lionel Messi, Argentina se blinda en Rusia–2018 con un dispositivo que trasciende la faceta deportiva.
Para ingresar en el campamento base de la Albiceleste hay que atravesar hasta tres “checkpoints” iniciales este lunes (11 de junio del 2018) en el primer entrenamiento abierto del equipo.
Eso, solo, antes de pasar la primera barrera. Bronnitsy, en el sureste de Moscú, es un pueblo con dos realidades diferentes: por un lado, la de los locales que viven intensamente los días previos. Algunos, incluso, transforman sus casas para convertir sus hogares en improvisados lugares de comida.
Por el otro, la de las decenas de coches de policía que recorren las calles del pueblo, de unos 20 000 habitantes, que nunca ha gozado de tanta atención como estos días.
Tres controles y una barrera después, prensa y aficionados deben recorrer cerca de un kilómetro a pie para llegar hasta el último control, vigilado por militares, con chequeos y arcos para el metal.
Todo con tal de mantener la seguridad del equipo y de Messi, objetivo de las amenazas del Estado Islámico en los últimos meses.
Entrada al centro de concentración de la selección de Argentina en la ciudad de Bronnitsy, Rusia. Foto: AFP
Preocupación
En otoño, la Wafa Media Foundation, un órgano de prensa del Estado Islámico, empezó a difundir en las redes sociales fotomontajes protagonizados por estrellas mundiales del fútbol como Messi y Neymar, o el entrenador de la selección francesa, Didier Deschamps, que aparecían con uniformes naranjas y un cuchillo en la garganta, yaciendo en el suelo o muriendo entre llamas.
Otra de las plataformas del grupo divulgó unos carteles con el argentino encarcelado, con una gota de sangre en su ojo izquierdo y una leyenda en inglés en la que podía leerse: “Estáis combatiendo a un estado que no tiene la palabra fracaso en su diccionario”.
Las amenazas, en inglés o en francés, han sido siempre así de explícitas: “¡No estarán a salvo mientras no lo estemos en los países musulmanes!” o “¡No dejaremos de aterrorizarles ni de arruinar sus vidas!”.
La habitación de Lionel Messi y Sergio Agüero en el campamento base de Argentina en Bronnitsy, al sur de Moscú.
Ante las preocupaciones de los responsables de la AFA, el presidente del organismo, Claudio Tapia, se reunió con el embajador ruso en Buenos Aires antes de que Argentina estrenara el estadio Luzhniki en un amistoso contra la anfitriona, a la que derrotó 1-0 en noviembre.
“El Presidente Tapia recibió en #Ezeiza al embajador de Rusia en #Argentina, Viktor Koronelli. El DT Sampaoli también dialogó con ellos”, informó entonces la AFA en Twitter.
San Petersburgo, una de las sedes del Mundial, ya sufrió un atentado terrorista perpetrado en el metro por el Estado Islámico en abril de 2017, en el que murieron 16 personas.
“El riesgo terrorista existe ahora para todas las competiciones deportivas globales. Atraen las cámaras y, por tanto, a los terroristas”, dijo recientemente Pascal Boniface, director del parisino Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), experto en geopolítica del fútbol.
Y nadie en Rusia copa tanto los focos como Messi.
Interior de la sala de entretenimientos del campamento base de la Argentina en Bronnitsy, cerca de Moscú, antes de la Copa Mundial Rusia 2018.
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