Una fuerte voltereta desafinó la partitura de Morante

Toros Plaza Belmonte. segunda corrida nocturna. Morante de la Puebla con el tercer toro. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO

Toros Plaza Belmonte. segunda corrida nocturna. Morante de la Puebla con el tercer toro. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO

Toros Plaza Belmonte. segunda corrida nocturna. Morante de la Puebla con el tercer toro. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO

La corrida de Morante de la Puebla en solitario no cumplió las expectativas del público. Este viernes actúa en el Festival de la Virgen Esperanza de Triana.

Todo fue expectativa y esplendor. Desde una puesta en escena propia de Hollywood para el paseíllo, hasta las brillantes notas de la Banda Sinfónica del Consejo Provincial de Pichincha magistralmente dirigida por Cristian Naranjo.

Pero la noche mágica planificada apenas dejó pinceladas de la gran torería que esconde el diestro Morante de la Puebla en lo hondo de su corazón y que se estrujó este día por una fuerte voltereta que lo dejó sin respiro y derrumbó su ánimo.

Con las graderías de la plaza que rozaban el lleno se lidiaron reses de Huagrahuasi y Triana, bautizadas para la ocasión con nombre musicales: Vivaldi, Mozart, Amadeus y Sinfónico, que se apagaron pronto y no llenaron las expectativas de los aficionados, del ganadero y del diestro. Cierto es que en otras circunstancias el tercero hubiese tenido tela de donde cortar pero la suerte y destino de la corrida para entonces estaba echada.

El público, comprensivo, apenas si esbozó unas protestas respetuosas frente a una apuesta fuerte como la planteada y se quedó con las ganas de ver a Morante.

El diestro de la Puebla dejó un recital de verónicas de recibo y un espléndido manojo de chicuelinas al paso a su primero al que lo muleteó toreramente por alto y cuando ensayaba pases con la muleta retrasada vino la tremenda voltereta y la angustia general. Abrevió y fue aplaudido.

En lo sucesivo el festejo transcurrió con momentos intermitentes, buenos derechazos, en el segundo y 4 soberbios ayudados por alto.

En el tercero otro manojo de derechazos pintureros, brevedad en el cuarto y algunos pitos de despedida.

Los sueños no siempre se hacen realidad y así se esfumó una noche preparada para una sinfonía que no llegó.

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