El diestro José Antonio Morante de la Puebla en la faena a su primero, durante la novena corrida de abono en la Maestranza de Sevilla, en la que ha compartido cartel con Miguel Ángel Perera y Javier Jiménez. EFE
El arte maduro y exquisito de Morante de la Puebla llenó la retina de los aficionados.
La Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, uno de los públicos que mejor sabe paladear el arte del toreo y más conocedores del planeta pudo disfrutar del excelso toreo del diestro andaluz.
Con una muy buena entrada, en tarde soleada se lidió una corrida García Jiménez, de buen trapío, respetables arboladuras y variado juego, noble en general, a la que le faltó fuelle para el espectáculo. Todos los toreros fueron ovacionados al finalizar la lidia de sus lotes.
Morante de la Puebla, con varios momentos lucidos de su arte particular, dibujó un trasteo muleteril con los pasajes más intensos en el toreo al natural. Con la muleta retrasada, pasándose al cuarto de la tarde frente al muslo descubierto, consiguió un manojo de naturales que quedará como solemne testimonio de su tauromaquia, para ejercer la cual iba ataviado de negro y azabache.
Como no hubo certeza con el acero el premio de la oreja se esfumó pero su arte quedó esparcido en el dorado alberto de la Real Maestranza.
El torero extremeño Miguel Ángel Perera no tuvo material propicio para el triunfo aunque sí dejó lucidos quites y varias series de templados muletazos sin remate con la espada.
El cartel lo completaba el torero de Espartinas, localidad vecina de Sevilla, Javier Jiménez, con su puesta en escena fresca se lució en el toreo de capa, en los quites y construyó una faena de temple que pudo haber tenido premio si la estocada del tercero caía más certera. Como sus compañeros, recibió ovaciones.