Un total de seis orejas -con salidas a hombros de Juan José Padilla y El Fandi– se cortaron en la última corrida de la feria de la Magdalena de Castellón.
Se lidiaron seis toros de los hierros de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez, muy desiguales de presentación y de juego noble y manejable pero de muy escasa emoción por su escasez de raza y de fuerzas.
En la última corrida de la feria de Castellón se concedieron seis trofeos que, como resultado telegráfico, podrían dar engañosos indicios de la celebración de un festejo triunfal y cargado de emociones.
Pero más que las orejas, el mejor termómetro de la intensidad del espectáculo fueron los olés espontáneos que surgieron a cada muletazo, a cada lance de capa, a cada suerte ejecutada. La corrida de García Jiménez, tan desigual de presencia y tan noble de juego, tuvo una generalizada falta de raza, una insulsa manera de embestir que no transmitió emoción alguna al tendido. Pero tampoco cabe descargar en los toros todas las culpas de tanta insustancialidad, sino también a una terna que faenó a destajo con ellos, en trasteos de muy escaso ajuste y compromiso y sin apenas detalles de calidad y de una mínima hondura.
El Fandi, que hizo ante el sexto un despliegue de facultades físicas, probablemente que las del toro, fue quien más orejas echó al esportón, un total de tres.
Juan José Padilla, que paseó dos apéndices, acompañó en hombros al granadino después de cuajarle a su primer toro el mejor tercio de banderillas. Animoso siempre y bullidor con el capote, el jerezano buscó los guiños al público con ese endeble ejemplar y sumó más y más muletazos lineales al quinto, el de mayor volumen y potencia de la corrida, hasta que el castaño acabó rajándose. Las dos buenas estocadas con que acabó con ambos fueron decisivas para el premio.
En el primero de la tarde El Cordobés hizo una faena periférica, por lo despegado de los muletazos, e itinerante, por sus abundantes pausas y paseos entre cada tanda.
Paradójicamente, y talvez ocupado en la merienda, el público no le pidió luego la oreja del descastado cuarto, al que Manuel Díaz hizo un trasteo tan vulgar y ventajista como el que antes le habían premiado.
El sábado, Castella cortó una solitaria oreja ante una corrida de mal juego.
Se lidiaron seis toros de Alcurrucén, de desigual cuajo, pero en general de bastas hechuras y de juego manso sin excepción, aunque alguno con ciertas opciones de lucimiento.
Sebastián: estocada baja trasera (ovación); estocada y descabello (oreja tras aviso).Miguel Ángel Perera: estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada desprendida (silencio).