Latacunga, cita mundial de Ecuador taurino

Varias figuras del toreo universal en el 15° Festival Virgen Esperanza de Triana.

Varias figuras del toreo universal en el 15° Festival Virgen Esperanza de Triana.

José Andrés Marcillo, el nuevo matador ecuatoriano, se doctoró con un cartel soñado. Fotos: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

El ciclo más completo del Ecuador en los actuales momentos es la Feria de Latacunga.

La edición 2019 juntó toda la torería, la magia, el temple, el arte y la técnica en el albero de la Plaza San Isidro Labrador de la capital del Cotopaxi.

La tendencia a cuantificarlo todo nos deja en el reto de cifrar estadísticas y número cuando el arte del toreo es eso, pero mucho más que eso.

En la Feria 2019 se programaron dos corridas de toros y un Festival de gala. En total se cortaron 18 orejas y tres rabos simbólicos. La espada se llevó al menos siete orejas que más adelante detallaremos.

El capítulo ganadero merece una mención numérica especial. Tres toros indultados -dos, en una misma corrida, dos premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre y un puñado de reses aplaudidas tras su muerte, suman un promedio muy pocas veces visto.

Varias figuras del toreo universal en el 15° Festival Virgen Esperanza de Triana.

‘Alternativo’,‘Rancherito’ y ‘Osito’, de los hierros de Triana ( primero y tercero) y Huagrahuasi ( el segundo de ellos) fueron indultados.

Bravura, nobleza, humillación, repetición fijeza y durabilidad, fueron, con matices, las virtudes que sobresalieron; en algunos casos muy sobre la media y toros lidiados siempre permitiendo lucimiento.

En la primera tarde la fiesta y la variedad de estilos que enriqueció el espectáculo. Los alternantes salieron a hombros.

Morante
de la Puebla demostró un insospechado amor propio en su primero, probón y mirón y pasó el límite de lo esperado y fue aplaudido.

Los primores del arte se destaparon en el cuarto de la tarde, una torería de esencia, temple, personalidad y pureza no dejaron de mostrar la vena del maestro , con una dosis de técnica adecuada para aprovechar los buenos contenidos del burel y la inspiración de su aire de torero dotado. Dos orejas.

En Andrés Roca Rey su temple de mano baja fue exquisito y exultante en su primero, con sobresalientes naturales. En su segundo, la concepción técnica puesta al servicio de la lidia y el lucimiento lograron completar una tarde de 3 orejas.

La papeleta dura era para José Andrés Marcillo, quien recibió la borla de matador de toros con semejante cartel que cualquier novillero desearía para sí. Pero la nueva condición no le amilanó y por el contrario superó las expectativas en un primero al que solo el pinchazo privó de una oreja. Una vuelta al redondel fue el premio. Pero lo mejor estaba por venir en el sexto. Ya con los dados lanzados y dos maestros en son de triunfo grande el ecuatoriano dio todo de su parte y cuajó una labor de gran puesta en escena, lució al gran ‘Alternativo’ y consiguió que el complemento del indulto llegara justo. La autoridad le concedió los máximos trofeos. Los tres salieron a hombros.

Este es David Fandila, espoleado por la gran actuación de Morante, se fue de rodillas y templó con capa y muleta.

Con el maestro Enrique Ponce, en sus 30 años de alternativa, el romance de la afición ecuatoriana se refrendó. Empaque, elegancia y torería, fue todo entrega con el lote menos propicio y con una vuelta al redondel y una oreja que supo a poco, por fallar a espadas se fue a pie pero con ovación de clamor.

‘El Fandi’ contó con el mejor lote de la feria - por conjunción de bravura y transmisión. Alegre, bullidor, entregado volvió a cortar tres orejas y un rabo entre el entusiasmo general. Gran primer toro, indultado su segundo, ‘Rancherito’, nombre histórico del hierro de la H.

Miguel Ángel Perera venía con los pergaminos de su gran temporada y su séptima puerta grande de Las Ventas ( ¿cuántos pueden exhibir esa suma?).

Quito ya lo vio en 2006 pero en este 2019 su faena al primero de pocas esperanzas en los tercios iniciales fue un dechado de suavidad y hondura para descubrir la tesitura de bravo que el toro llevaba dentro. Un pinchazo le privó de los trofeos y la vuela al ruedo fue cálida. Pero desde el primer lance en que se estiró con ‘Osito’ la templanza fue la marca, la tela se movía al compás y la faena fue un dechado de torería, calidad, y buen quehacer de principio a fin, el manejo de las pausas dio nota clave hasta alcanzar un indulto y las dos orejas y el rabo y la salida a hombros con ‘El Fandi’ y José Luis Cobo.

La procesión de la Virgen Esperanza de Triana fue preámbulo con el canto de la Raya y el rejoneador Álvaro Mejía abriendo plaza y aplaudido. La torería refrendada de Ponce, la fecunda tauromaquia de añeja data de Morante, en estado puro (dos orejas). El temple y lentitud de ‘El Fandi’ ( dos trofeos). La buena faena de Perera y la entrega de Samper cerraron una feria imborrable.

Toros, toreros y público, felices todos juntos ; José Luis Cobo, triunfando por todo lo alto.

La chicuelina de manos bajas, una de las joyas que talló el maestro Enrique Ponce en la Plaza San Isidro Labrador.

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