El matador de toros Ignacio Garibay se reencontró el domingo 18 de noviembre con la afición de la Monumental Plaza de Toros, luego de cinco años de ausencia.
Garibay fue el único torero de la tarde que fue llamado a saludar en el tercio al término del paseíllo y tuvo petición de oreja en cada astado, tras las faenas de peso que realizó en el ruedo.
Su desempeño taurino dio inicio ante el primer toro del encierro de La Estancia que fue deslucido, se enteró pronto e intentó prenderlo desde los primeros compases, sin embargo, con firmeza y mentalización el capitalino le plantó cara en una labor de calado que captó la atención del público.
La labor fue meritoria al ir hilvanando los pases que tuvieron fibra y proyección. Esta fue una apuesta fuerte que logró sus mejores pasajes por el pitón derecho, a pesar de los embates del viento. Remató de estocada entera pero desprendida, por ello, a pesar de la nutrida petición de oreja el juez de plaza no concedió el apéndice.
Al cuarto toro de la misma procedencia ganadera lo recibió con una larga cambiada de rodillas frente a la puerta de toriles.
Le realizó una serie de pases por bajo como prólogo de la faena en la que se acomodó para hacer vibrar al público con su toreo de empaque, en especial, al conjuntar las series de naturales a pesar que al toro echó en falta mayor transmisión y claridad en la embestida.
En el terreno de tablas obtuvo pases a cuentagotas. Despachó al primer viaje de certera estocada y los aficionados volvieron a pedir la oreja para él pero el palco de la autoridad no la concedió.