El último día de la Feria Jesús del Gran Poder se convirtió en un emotivo espacio para que la afición taurina se manifestara en contra de la prohibición de dar muerte al animal en público.
Una tarde, que al inicio fue soleada, atrajo a centenares de espectadores y la Plaza estuvo cerca de un lleno total. Desde el inicio de la corrida hubo gritos en contra de la nueva reglamentación, producto de los resultados de la consulta popular del 7 de mayo pasado. Tras entonar el himno a Quito, las pifias al presidente Rafael Correa, a quien llamaron ‘tirano’, y al alcalde Augusto Barrera fueron repetitivas.
Durante los tres primeros toros, lidiados por Fandiño, el Fandi y Talavante, la incomodidad ciudadana subió de tono, sobre todo porque el destacado arte de los tres matadores y la bravura de las reses de Vistahermosa, generaron sentimientos de frustración en los aficionados que se consolaban ver que un banderillazo final reemplazaba a la estocada con la cual torero cierra este rito centenario en el ruedo.
La consulta popular mutiló la fiesta; la ciudad palpó en la Plaza la polarización política, pero la sal quiteña, su humor fino, oportuno y descarado, no perdió la frescura de siempre.
En varias ocasiones la gente comparaba a la Autoridad de la Plaza con Correa cuando impartía una orden que no gustaba; quienes hacen gala de tener pulmones poderosos pedían al matador desde los tendidos estocar al toro porque, al fin de cuentas, nadie va a ir con el chisme al Alcalde. Y cada vez que el animal regresaba a los chiqueros, el matador y los banderilleros exhibían sus capotes con la palabra Libertad.
Luego de lidiarse el tercer toro, y aprovechando el receso reglamentario, unos 30 aficionados bajaron al ruedo y con carteles exigieron que el animal sea muerto en la arena, “con dignidad y nobleza”. Se escuchaba el clamor de la gente porque la Feria Jesús del Gran Poder no muera
La afición gritaba de libertad y los picadores, desde sus caballos, mostraban banderas de Quito con la leyenda: ‘Libertad, no prohibición’.
La gente estalló en júbilo y desde los altoparlantes, la autoridad agradeció la fidelidad de los quiteños al tiempo que dijo solidarizarse con la Libertad de Expresión. De inmediato un nuevo grito se sintió en la gente: “Lourdes Tibán, Lourdes Tibán, Lourdes Tibán”. La dirigente indígena y firme opositora al Presidente se puso de pie y, vestida con un saco rosado encendido, saludo y avivó la protesta.
“Con Correa o sin Correa en Quito se torea”, gritaba la gente al tiempo que las pifias es insultos al Mandatario y al Alcalde continuaron. Cuando los manifestantes volvieron a los tendidos, en orden y junto a la prudente escolta policial que no reprimió ni fomentó excesos, llegó el cuarto toro de la tarde que el Fandi dedicó a Tibán.
El sol se fue, llegó la lluvia que duró lo que dura lidiar tres toros. El Fandi fue aclamado por la afición quien, al despedirse se arropó con un capote donde estaba escrito Libertad.
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