Manuel Benítez Pérez, ‘El Cordobés’, volvió una vez más la historia en leyenda.
Tras una faena de las suyas reverdeció los laureles de sus tardes de gloria torera y a los 77 años regaló lo mejor de su expresiva y arrebatada tauromaquia que otrora fue revolucionaria y hoy es lección de temple y torería.
Quien lo dijera, el torero psicodélico que puso boca abajo a los más clásicos de la tauromaquia de los años sesenta, que llenó las plazas entonces huérfanas de multitudes, que cobró millones y explosionó la fiesta brava fuera de las fronteras ibéricas por fuerza de su revolución taurina denostada por los ortodoxos, es hoy a los 77 años pozo de sabiduría.
El cuarto Califa de Córdoba hizo gala de su flexibilidad y torería y llenó de gracia con su amplia sonrisa la plaza de Córdoba, que fue escenario de varios de sus grandes triunfos.
Los incrédulos pueden ver la faena con el buen novillo de Domingo Hernández en video en la página web del portal Mundotoro que reseñó el festejo triunfal del sábado, una jornada dedicada a la beneficencia en pro de los enfermos de cáncer con la lidia de novillos de diferentes ganaderías.
Mundo toro destaca que el caballista Fermín Bohórquez lidió un novillo noble pero de muy poca fuerza. “La faena cogió intensidad en el tercio de banderillas gracias al tesón del rejoneador”. Bohórquez cortó oreja con petición de dos.
“El Cordobés volvió al ruedo de una plaza de toros colocándose para saludar al novillo de Domingo Hernández con verónicas muy templadas, con cadencia y empaque.
En ese instante captó la atención del público que además de disfrutar con su toreo, se divirtió con sus gestos e interacciones con los miembros de su cuadrilla. Sorprendió y mucho por su plasticidad y temple a la hora de torear con la muleta, llegando a firmar naturales de mucha expresividad.
Persiguió al toro hasta las tablas con ese espíritu característico de él. El pinchazo y la estocada defectuosa previos al estoconazo final no fueron suficientes argumentos para borrar un bello regreso y se le otorgaron las dos orejas.
Terminó haciendo muestras de su estado físico abriéndose de piernas en el centro del ruedo tras la vuelta triunfal”, dice el portal Mundotoro.
Finito actuó con elegancia, según la misma fuente el diestro “ya había empleado el capote con suavidad y gusto antes de dedicarle el brindis a El Cordobés, y elaboró una faena distinguida, con momentos brillantes. Se pudo observar el buen momento que atraviesa que le permite exprimir a cada animal y mezclar una tauromaquia más tradicional con otra más explosiva, torear por naturales o circulares. La espada hizo guardia y eso le privó de la segunda oreja, pese a que el público la pidió.
José Luis Torres se mostró muy variado con capote según la crónica citada. “Tras la estocada entera paseó una oreja y hubo petición de la segunda”.
“Julio Benítez conquistó al palco y se destacó con su toreo de rodillas. Recibió al quinto de la tarde, un novillo que también sirvió, con una larga cambiada. Ya con la muleta inició de nuevo su labor de rodillas en terrenos de tablas.
Tras distintas series por ambos pitones, con muletazos largos y profundos, cerró el círculo de rodillas otra vez. Mató de estocada entera y dos descabellos y esta vez sí fueron concedidas las dos orejas”.
El sexto novillo fue el menos fácil. “Israel de Córdoba pudo hacerse con él y emplear la fijeza para llevar a cabo una faena contundente por ambos pitones. La estocada final puso en sus manos las dos orejas”.
Al finalizar el festejo, los compañeros de cartel sacaron a hombros al maestro de Palma del Río, Manuel Benítez Pérez.