Castella a hombros por la de los consules, Juli por la de las cuadrillas

El diestro Sebastián Castella en la lidia a su primer toro, en el decimoquinto festejo de abono de la madrileña Feria de San Isidro. EFE

El diestro Sebastián Castella en la lidia a su primer toro, en el decimoquinto festejo de abono de la madrileña Feria de San Isidro. EFE

Digna confirmación de Jiménez Fortes con el peor lote de una corrida de Garcigrande justa de presencia y de corta duración a excepción del cuarto, en la plaza de toros de Nimes, en el sur de Francia.

El Juli: saludo y dos orejas

Sebastián Castella: oreja y dos orejas

Jiménez Fortes: saludo y silencio.

El Juli salió a hombros por la Puerta de las cuadrillas y Castella, con tres orejas, por la de los Consules de Roma.

Entrada: lleno aparente.

A Jiménez Fortes que confirmaba la alternativa le tocó el peor lote de una corrida de Garcigrande justa de presencia y de clase. Su primero no le dio ninguna opción por falta de recorrido, y su segundo evidenció genio. Sin embargo, el joven malagueño se arrimó frente a los dos, cobró dos volteretas del primero y una colada del sexto, y al final el público francés le agradeció la voluntad.

El primero de El Juli fue un toro boyante que le permitió ligar varias series citadas desde lejos antes de que el animal acabara rajado. Ese final a menos y el mal uso de la espada dejó la cosa en un saludo.

Frente al cuarto, noble por el derecho pero más negado por el izquierdo, El Juli le realizó una faena completa llena de dominio y técnica que encandiló al público nimeño. Esta vez si que mató de una estocada entera, y cayeron las dos orejas.

Sebastián Castella, frente al tercero que fue bravo en el caballo pero que desarrolló genio en la muleta, instrumentó una faena mandona muy del gusto del público, que pidió una oreja a pesar de una estocada baja.

En el quinto, que se rajó pronto, Castella construyó su faena en el terreno de cercanía que tanto le gusta, tapando la pobre condición de su oponente que metió tan limpiamente en la muleta como lo hizo con el público. Se desató el entusiasmo y cayeron las dos orejas.

Por la mañana, el arlesino Juan Leal cortó una oreja de cada uno de sus oponentes de Santa Ana (Marques de Domecq) y recibió el capote de Oro

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