El diestro nacional Martín Campuzano dio una vuelta al ruedo y fue el triunfador de la corrida celebrada el sábado en Riobamba, capital de Chimborazo, en la que el torero catalán, Serafín Marín resultó con un corte profundo en la parte baja del hueso mandibular.
Con un cuarto de plaza en los tendidos, se corrieron seis toros de Santa Rosa, de variado juego y estampa, destacando con nitidez el que salió en tercer lugar.
Abría plaza Mariano Cruz Ordóñez, de Riobamba, que saludó por suaves verónicas al primero, que fue noble aunque careció de fuerza. El toro fue mejor por el pitón derecho y Cruz lo toreó a media altura en varias series. Mató un pinchazo y estocada caída que derribó sin puntilla. Aplausos.
El segundo de su lote, con más kilos y apariencia, fue incierto y mostró resabios de salida. Mariano lo lanceó a la verónica y aprovechó dos buenas tandas de derechazos templados y toreros, jaleados por los espectadores. Con el toro en tablas probó al natural sin fortuna salvo algún muletazo suelto. Concluyó de dos pinchazos y una estocada baja.
Serafín Marín, de Cataluña, España, saludó por verónicas al toro que terminaba los lances con la cara alta. Tras un buen par de Santiago Dávila, la faena de muleta tuvo una dosis de valor en el toreo por el pitón derecho. Estocada tendida y entera y apuros con el descabello. Aviso.
Con el quinto, Serafín Marín desplegó su capote para dar entonadas verónicas rematadas con la media. Con las banderillas se lucieron San Martín y El Tortuga. Una vez que tomó la muleta el experimentado torero catalán dio cuenta de su poderosa condición, el toro se quedaba cruzado al salir del muletazo y la faena fue vibrante y de transmisión, las series con la mano derecha fueron cobrando entidad y la tercera fue superior. Al adornarse por un molinete el toro le puso una zancadilla. En el suelo y al descubierto lo empitonó y zarandeó por el aire hasta que le tiró un hachazo. La hemorragia abundante obligó al torero a pasar a la enfermería y acabó con la res con dificultades el director de lidia. El torero tuvo un puntazo que detuvo el hueso mandibular y fue suturado en ese momento.
Martín Campuzano, de Quito, dio una mecida serie de lances a la verónica que arrancaron olés sonoros al tercero, que humillaba y repetía. Tras un celebrado quite por gaoneras apretadas. En el toreo al natural el torero se gustó, alcanzó altas cotas y conjuntados muletazos. Los estatuarios de remate fueron saboreados en el tendido y se tiró a matar. La espada quedó defectuosa y el toro tardó en doblar lo que le arrebató la oreja merecida. Vuelta al ruedo entre ovaciones.
Con el sexto el quiteño salió entregado, dio una larga y verónicas de buen trazo, quite por tafalleras y buenos pares de Patatas y Pulgar. El toro se tornó incierto y terminó de un cuarto de estocada y un espadazo entero que lo tiró sin puntilla. Ovación de despedida.