Madrugó desde el sector del Seminario Mayor, en el norte, para tener una buena ubicación. Usando gafas oscuras y una gorra, Guillermo Mora deambulaba de un lado a otro por la acera antes de que arrancara la carrera Quito- Últimas 15K. Miraba su reloj una y otra vez porque faltaban 15 minutos para que los atletas salieran de la línea de partida. Fue la primera vez que dejó la comodidad de su casa en domingo para ir a ver a los miles de atletas que participaron en la jornada deportiva. Miraba a todos lados esperando que por la intersección de la av. 6 de Diciembre y Patria cruzaran los primeros deportistas. Eran casi las 09:00. A lo lejos se escucharon las bocinas de los autos y buses que se desviaban a pocas cuadras del lugar. En medio de ese bullicio, Mora escuchó, a través de una radio que portaba uno los curiosos, que los atletas partieron desde San Bartolo, en el sur. “¡Ya salieron!”, dijo, con un tono efusivo. Los espectadores de los alrededores volvieron su mirada hacia él.Inmediatamente caminó hacia el otro lado de la calle, en donde se ubicó para formar una especie de túnel de honor con el fin de que los atletas pasaran más cerca. Mora estaba listo para ver la carrera con su esposa, Laura Padilla, su hijo, Santiago, y su nieto, Anderson. Todos escuchaban al hombre de 65 años, quien evocó que hace 40 participó en una competencia atlética en Mira, en la provincia del Carchi. Bajó la voz y se llenó de nostalgia. Pero sus ánimos se encendieron cuando vio que a lo lejos se acercaban los primeros deportistas. Aplaudió con fuerza cuando vio pasar al atleta con discapacidad que lideraba ese grupo de deportistas. No pudo ver su rostro porque pasó a gran velocidad. “Qué emocionante, esas personas sí se esfuerzan mucho”, dijo.A su lado, Anderson, de 7 años, estaba inquieto pero sonrió cuando escuchó al helicóptero de la Policía que se acercaba para sobrevolar el sector en el cual aguardaban. Segundos después, las sirenas de las motos y del patrullero de la policía advirtieron la llegada de los competidores que encabezaron la competencia. Los aplausos fueron más estruendosos y en el rostro de Mora se dibujó una amplia sonrisa.El ecuatoriano Byron Piedra iba primero a esa altura de la competencia quiteña. “Vamos, tú puedes”, gritó la mujer de Mora, quien también sintió una gran emoción al ver por primera vez la carrera. Luego de 40 minutos de observar a los atletas se sintió cansado y la intensidad de sus aplausos disminuyó. A su alrededor las personas empezaron a dispersarse. Transcurrió una hora y media desde que vio pasar a los primeros de la carrera por esa intersección y ya se disponía a ir a su casa. Por 10 minutos intentó cruzar de uno a otro extremo de la calle, pero la avalancha de deportistas le impidió. Cuando llegó al costado occidental de la av. 6 de Diciembre caminó despacio. ¿Qué sensación le dejó la carrera?, fue la pregunta final. Demoró en responder. “Todos tienen mucha fortaleza, me voy recargado de ganas de vivir. Vi gente de todas las edades, sé que tengo mucho que dar aún”. Tras una pausa aseguró que no se perderá las siguientes carreras.