El entrenador Santiago Montenegro imparte instrucciones a corredores
de la escuela ciclística en el Velódromo de Tulcán. Fotos: Diego Pallero / EL COMERCIO
Una carretera de asfalto, con curvas empinadas, conduce al caserío Playa Alta, en la parroquia El Carmelo del cantón Tulcán, en el norte de Ecuador, donde creció Richard Carapaz, el protagonista del Giro de Italia 2019.
Sobre la dura vía de cemento del norte de Ecuador, en medio del frío y en ocasiones de la lluvia, es usual ver a jóvenes sobre sus bicicletas cumpliendo entrenamientos de entre dos y tres horas. Ciclean con las primeras horas o después del almuerzo.
10 de ellos son los integrantes de la escuela de ciclismo Richard Carapaz, que nació en febrero del 2017.
El plan nació con la iniciativa de Santiago Montenegro, su hermano ciclista Jorge Montenegro, el médico Diego Petate, Diego Arteaga -de la Federación Deportiva del Carchi- y el propio Carapaz.
Todos coincidieron que en la zona había talento para formar talentos como Carapaz y Jonathan Caicedo, otro de los ecuatorianos que -con menor suceso- compite en la actual edición del Giro de Italia.
Lo principal era reunir a los mejores niños y jóvenes para formar la escuela. Santiago tuvo la misión de hablar sobre el proyecto ante padres de chicos de la comunidad.
Una mañana fue a la casa de Antonio Carapaz -padre de Richard-, donde él y los moradores de la zona se dedicaban a una cosecha. Los reunió al mediodía y les habló del plan. Al otro día, contó con 25 talentos, desde los nueve años, dispuestos a entrenarse y a seguir los pasos de ‘Richie’.
El carchense Patricio Carapaz (izq.) encabeza un recorrido de la escuela de ciclismo en el Velódromo Ciudad de Tulcán, durante uno de los entrenamientos vespertinos. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Ahí, empezó un proceso para detectar a los mejores. Se evaluó la condición física, la estatura y las aptitudes de los prospectos. Con el paso del tiempo se quedaron solo 10, que ahora coleccionan medallas en los campeonatos nacionales y en Vueltas como la del Porvenir en Colombia.
A la par, en los inicios, los fundadores de la escuela fueron a ‘golpear puertas’ para obtener auspicios. Ahí, Carapaz -quien es el líder del giro italiano y sueña con coronarse campeón del torneo por primera vez- se puso ‘manos a la obra’. Habló con Julio Robles, entonces alcalde de Tulcán, para conseguir financiamiento.
La alcaldía destinó un monto de USD 28 000 al proyecto con el que se compraron seis bicicletas de competencia, 10 de entrenamiento, cascos e indumentaria para ciclear.
La Federación Deportiva de Carchi asumió el pago del salario del entrenador Montenegro y de los gastos logísticos para los entrenamientos y los traslados de los corredores a sus competencias.
Ahora, ya se ven resultados deportivos: Nixon Rosero se coronó campeón en la prueba por puntos, contrarreloj y persecución individual en el Campeonato Nacional Juvenil, disputado hace tres semanas en Guayaquil.
Además, Jhonny Carapaz, primo de Richard, obtuvo ocho medallas. Abel Marcillo se coronó campeón juvenil en las pruebas de omnium y madison. También celebró el primer lugar en la prueba por equipos.
Sebastián Hernández y Patricio Carapaz también son primos de Richard y forman parte de la escuela de ciclismo. Ellos también han conseguido medallas nacionales.
Abel Marcillo es otro de los destacados. Stiven Vela, Yostin Pozo, Edwin Chandy y Joan Pantoja completan el semillero de los talentos.
La escuela aporta con seis de los ocho seleccionados que se preparan para un torneo juvenil en Guayaquil.
‘Ver, imitar y superar’
Cuando Richard Carapaz retorna de Europa va a su hogar en la parroquia Julio Andrade, en Tulcán. Ahí, también visita la escuela para alentar a los talentos.
“Miren donde estoy ahora. Allá tienen que estar ustedes”, es una de las frases que Richard Carapaz les dijo a los talentos, según recuerda su primo Johny. “En las charlas, siempre nos dice que hay que soñar en grande. Nos pone de ejemplo a él con su vinculación al Movistar Team”, agregó el ciclista de 15 años.
Santiago, y su hermano Jorge, quien ha sido campeón panamericano, también inculcan a los jóvenes que mejoren su rendimiento. Así, todos los ciclistas tienen un lema con el que se guían diariamente.
Nueve de 10 integrantes de la escuela ciclística acudieron al Velódromo de Tulcán. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
“Ver, imitar y superar es nuestro lema”, confesó Marcillo antes del entrenamiento del martes pasado en el Velódromo Ciudad de Tulcán. En ocasiones, acuden a ese lugar para prepararse para competencias nacionales.
De lo contrario, se entrenan todas las tardes, de lunes a viernes, desde las 15:00 en la carretera de Playa Alta. Suelen recorrer también las localidades de Chauchín y El Carmelo. “Ellos practican en un terreno que es bastante duro. Por eso, en las competencias nacionales, no se les hace difícil ganar”, expresa Santiago Montenegro.
También practican por las tardes, a veces, bajo tormentas, ‘sacan’ piernas y se vuelven resistentes. Estas características las muestra ‘Richie’ en las etapas de Italia. Él se entrenó por estas zonas antes de su viaje al Giro.
Los Montenegro y los jóvenes de la escuela están orgullosos del ciclista tricolor. Sin embargo, expresan que hace falta más apoyo público y privado para invertir en nuevos prospectos del ciclismo.