Enrique Ponce cuajó ayer dos grandes faenas en Toledo y cortó cuatro orejas. Foto: EFE
Una vez más Enrique Ponce llegó a triunfar. Lo hizo en Toledo a pocos kilómetros de Madrid donde hace una semana había reafirmado su condición de gran figura de época.
La tarde será inolvidable y los responsables son los toreros que sumaron nueve orejas y se fueron a hombros los tres.
En la crónica de Mundotoro Marcos Sanchidrián dice que ‘el público se fue más feliz de lo que llegó a la plaza. El 150 aniversario de la plaza de toros de Toledo quedará guardado en un capítulo importante de su historia por el deleite con el que Enrique Ponce que debió cortar un rabo, El Juli y Álvaro Lorenzo ofrecieron su mejor versión.
Y una buena corrida de Garcigrande si se quita al parado sexto o al mansote aunque entregado quinto con el hierro de Domingo Hernández, fue una materia prima exquisita para que este espectáculo se llevará a cabo.
Ponce continuó con su idilio con el toreo con una faena preciosa al cuarto. Ya recibió al recogido de cuerna y punto alto rodilla en tierra con gusto y despaciosidad. Le faltaba un punto de fuerza para lo que Ponce le aplicó el teorema de las alturas, una materia en la que el valenciano es docto, para encelarlo y hacerlo romper en una faena maravillosa. Encajado, natural, bonito.
Consiguió hacer del toreo complementario, lo fundamental de la labor con cambios de mano monumentales, de pecho que se convertían en circulares que salían por la hombrera contraria o cartuchos para romperse por naturales. El público vivió la faena en pie. Incluso sonó un aviso antes del espadazo sin puntilla que dejó… ¿Y el rabo?’
Julián López, El Juli cortó una oreja en cada toro.
El nuevo matador Álvaro Lorenzo, llevado por la casa de los hermanos Lozano cortó dos orejas en su primero y una al segundo de su lote.