Ecuador pasó del confort, del reconocimiento y la lisonja al estrés, la preocupación y la instalación inmediata de las alertas.
La doble fecha de eliminatorias tuvo un costo demasiado alto para un equipo que tenía expectativas altas para los partidos ante Perú y Argentina. En la intimidad del equipo, incluso, se hablaba en los días previos a la concentración de acelerar el paso y conseguir dos victorias para poder celebrar la clasificación al Mundial de Brasil.
Pero la realidad golpeó las narices de los dirigidos por Reinaldo Rueda. Por ello, el baño de humildad, el sacudón y la autocrítica son necesarios en este momento. Ecuador apenas pescó uno de los seis puntos posibles, su producción más baja en el certamen premundial.
Las alertas están prendidas y para lo que viene se necesita más trabajo, menos arrogancia y más sacrificio. El mismo Rueda, visiblemente molesto, dijo ayer tras igualar 1-1 con Argentina, que el equipo deberá cambiar, que deberá mostrar su mejor cara para lograr la clasificación a la cita del 2014.
Del exceso de confianza a los apuros. El entrenador Rueda dijo ayer que a su equipo le faltó serenarse para ganar el partido y agregó que la serenidad solo se logra con la madurez.
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En el resto del camino eliminatorio, Ecuador necesita precisamente eso, madurez, para superar sus marcas negativas. Ayer, por tercera vez consecutiva, el equipo se vio sorprendido de inicio: Alemania le hizo cuatro goles en 25 minutos en Boca Ratón, días después, Perú le anotó a los 12 minutos de juego y en el Atahualpa, Sergio Agüero salió a celebrar su tanto de penal a los dos minutos, ante la incredulidad de las más de 32 000 camisetas amarillas que llenaron el escenario.
El gol mostró los pecados de la Tricolor: Segundo Castillo y Christian Noboa tuvieron, desde ese primer minuto, problemas para contener a los volantes argentinos. En vez de presionarlos, la tónica fue que los volantes retrocedían. Así sucedió en la jugada previa al gol, cuando Ángel di María remató a placer, Alexander Domínguez atinó un rechazo a medias y luego tuvo que trabar a Rodrigo Palacio y provocar el penal.
Tras el tanto, y tal como sucedió en los partidos anteriores, Ecuador fue el equipo que solo reacciona ante el castigo.
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La Tricolor avanzó enfurecida y cercó a un rival que llegó a Quito con la idea clara de jugar con cinco defensas, tres volantes de buen manejo y dos delanteros muy pegados al medio campo.
Jefferson Montero, como en marzo ante Paraguay, fue el faro que iluminó al equipo, que tuvo luz, mientras a él le duró la energía. Fueron 30 minutos de un ataque intenso de la Tricolor guiado por el seleccionado de Babahoyo. En ese tiempo, el jugador de Morelia, que aprovecha estos partidos para ser visto por los scouts europeos, dejó en ridículo a Gino Peruzzi, el lateral argentino, que no encontró otro camino que la violencia para frenar al tricolor.
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Y Peruzzi lo logró. En el segundo tiempo, Montero se perdió en el costado izquierdo, adolorido, con poca participación en el juego, pero valiente para quedarse en la cancha, consciente que el equipo necesitaba su apoyo.
Sin Montero, Ecuador se volvió predecible. Antonio Valencia, el líder futbolístico de este equipo intentó empujar desde su costado haciendo lo que mejor sabe: desbordando y centrando. Pero Felipe Caicedo, el héroe de anteriores jornadas de la Tri, llegó a este partido sin su habitual fuerza, fruto de la fibrosis que lo castiga desde marzo.
Ecuador visitará en septiembre a Colombia y luego ante Bolivia. El equipo sabe que la solución está en sus manos y pies.
1 Los errores
Ecuador empezó perdiendo el partido. Al minuto, el golero Alexander Domínguez rechazó mal un remate de Ángel di María. El balón le quedó a Rodrigo Palacio. Luego de esto, Sergio Agüero anotó el penal. Fue el tercer cotejo consecutivo en que la Selección comienza un cotejo con marcador en contra.
2 Un Montero en dos fases
De la mano de Jefferson Montero, el equipo encontró salida rápida, gambeta y centro. Una jugada suya terminó en una falta que luego terminó en el gol de Segundo Castillo. Montero era la esperanza de creación del equipo, pero luego fue castigado por Gino Peruzzi y en el segundo tiempo no pudo mostrar su nivel.
3 Felipe sin socio
Felipe Caicedo, el goleador del equipo, lució por debajo de su nivel. Jugó pese a su lesión (fibrosis) pero no fue un aporte válido, pese a su entusiasmo y su lucha. El DT Reinaldo Rueda envió tarde a la cancha a un acompañante de peso: el delantero Juan Luis Anangonó, que apenas jugó los últimos siete minutos.