La capital uruguaya es bastante tranquila y silenciosa, pero el domingo, salvo cuando hay fútbol, es la sede mundial del silencio. Por eso, la música que comenzó a salir de un equipo de sonido al lado de la cancha del Defensor Sporting, donde la Selección Colombia hizo su primer entrenamiento, resultó ser un himno de esperanza: “Voy a reír, voy a gozar, vivir mi vida, la la la la…”.
La canción que puso de moda Marc Anthony sonó al menos dos veces mientras el equipo sacudió las piernas e hizo un largo estiramiento tras el duro viaje que lo trajo desde Barranquilla, con escala en Lima.
De la casa de la Selección, el equipo salió tarde: el presidente Juan Manuel Santos fue a visitarlos para desearles suerte, y eso retrasó su viaje. Y desde la capital peruana, el avión tuvo un recorrido más largo y lento que lo normal, para evitar una corriente de fuertes vientos.
Por eso la Selección, que era esperada sobre la medianoche, llegó poco después de las tres de la mañana al aeropuerto de Carrasco, donde la recibió un puñado de hinchas. En la hora y media que duró el entrenamiento, a puerta abierta, el equipo no hizo fútbol ni dio luces sobre cambios.
Aldo Leao Ramírez y Carlos Bacca hicieron trabajo diferenciado un rato. Luego hubo fútbol en espacio reducido, mientras seis de los titulares del viernes, entre ellos Falcao García, trotaban alrededor del campo.
La cabeza está en Uruguay. El corazón, en conseguir la clasificación de una vez por todas. “Llegan dos equipos, uno con la ilusión de asegurar la clasificación, el otro con la necesidad de conseguir los tres puntos; pero, más allá de eso, cada vez que uno juega con la Selección está defendiendo el nombre de un país”, dijo el zaguero central Carlos Valdés.
“Me siento tranquilo, mas no relajado. Sé del trabajo que estamos haciendo y de los esfuerzos que estamos haciendo para llegar al Mundial”, agregó el defensor antes de subirse al bus que los llevó de regreso al hotel Sheraton. Allí, seguramente, seguirá sonando esa canción: “Voy a reír, voy a gozar…”.