Otra vez la desconcentración

Michael Arroyo falló una opción de gol en el minuto 92. En lugar de perseguir al rival, se quedó en el área lamentándose. Luego, llegó el tanto helvético. Foto: EFE

Ecuador respetó demasiado a Suiza, se emocionó y perdió. Esos tres elementos se encontraron en el primer partido de la Tricolor en Brasilia.
Parecía que el juego terminaba en empate (1-1). Los hinchas ecuatorianos coreaban el Sí se puede. Los seleccionados que estaban en la banca se pararon con la acción que erró Michael Arroyo. Pero ni siquiera se alcanzaron a sentar porque en el contragolpe llegó el gol del triunfo de Suiza (2-1).
¿Qué pasó? Otra vez la desconcentración. Las marcas de los volantes no alcanzaron a sostener la rapidez de los suizos, ni tampoco los defensas lograron cerrar esa acción que se dio en 10 segundos. “Fue la emoción”, sostuvo Rueda en la conferencia de prensa.
Más allá de eso, ese gol puso al descubierto las carencias de la Tricolor en el partido, aun con el empate. Desde el principio el equipo tuvo orden en la defensa y el medio campo, pero fue demasiado esquemático. Además, Felipe Caicedo y Antonio Valencia estuvieron erráticos. El primero pasó inadvertido en el campo y el segundo solo reaccionó en ciertos espacios del cotejo mundialista.
El gol, que llegó en los minutos adicionales, le dejó una lección a la plantilla y al cuerpo técnico. De los 90 minutos, 70 la Tri respetó en exceso a Suiza, por disposición táctica.
El entrenador reemplazó a ‘Felipao’ por Michael Arroyo, a Jefferson Montero por Joao Rojas. Pero retrasó a Arroyo y lo hizo correr cerca de los zagueros suizos. Ese fue el momento que los europeos se empezaron a desprender ya que no tenían peso ofensivo del rival, en su área.
Lo contrario hizo el estratega Ottmar Hitzfeld, quien acertó en los cambios e hizo que su equipo fuera más práctico y ofensivo. Suiza tuvo un mejor juego aéreo y descubrió los errores en el retorno de los volantes y defensas tricolores.
Faltaba un minuto para terminar el partido cuando llegó el tanto suizo y no hubo espacio para que Ecuador reaccionase.
Su rival apostó por pelotazos largos y controló el medio campo. Mientras que en la Tri pasó lo contrario, porque Christian Noboa no alcanzó a sostenerse con la misma intensidad de los primeros minutos.
El final fue más estresante para los miembros de la banca de suplentes, quienes se levantaron en el momento en el cual Michael Arroyo, por su excesivo individualismo, intentó acomodarse y rematar al arco, pero el balón salió rechazado y terminó en el gol de los suizos. Allí, Pedro Mauricio Muñoz, coordinador de la Selección, lanzó unos papeles que sostenía y los arrojó al césped.
La desconcentración final no estaba en la agenda. En el último mes, el psicólogo Orlando Caicedo y el cuerpo técnico trabajaron en la motivación, cómo levantar al grupo en caso de adversidades. Pero ayer, la escena que pasó solo evidenció un exceso de confianza en una jugada y también mostró a un equipo que esperó a su rival en su área y que generó pocas acciones (ocho, según los informes de la FIFA).
Ahora la Tri tendrá que replantearse en sus objetivos para sostenerse en el Mundial. Le es obligatorio vencer a Honduras, el viernes en Curitiba, para pensar en una opción de clasificarse a octavos de final.