Leonardo Campana de Ecuador en acción contra Kim Hyunwoo de Corea del Sur el 11 de junio del 2019. Foto: EFE
Extenuados y abatidos, los jugadores de la Selección se tendieron en el verde césped del estadio de Lublin. Leonardo Campana boqueaba, José Cifuente se levantaba la camiseta amarilla y a Diego ‘Chiqui’ Palacios se le iban las lágrimas de impotencia.
Ecuador acababa de quedar eliminado de la final del Mundial ante Corea, un equipo que apeló al pragmatismo y que se sirvió de una distracción tricolor para ponerse en ventaja y que cuidó la diferencia como si la vida de su oncena estuviese en juego.
Al entrenador Jorge Célico le causó dolor el resultado en la semifinal el martes 11 de junio del 2019. Durante los dos años que duró el proceso de construcción de este equipo, la relación entre el entrenador y sus muchachos mutó del ámbito profesional al fraternal. Ver a sus futbolistas en el suelo le generó al entrenador la misma sensación que ver a un hijo en duelo. Por ello, los ayudó a levantarse.
“No me gustó que estén así. Ellos lo han dado todo. Estoy dolido por el resultado, pero orgulloso de haber dirigido a estos muchachos. Dimos lo mejor y no le debemos nada a nadie”, dijo el entrenador, en la entrevista posterior al partido.
Célico ha construido un equipo enamorado del buen juego, de llegar al área rival haciendo triangulaciones, continuas. “Propusimos juego durante muchas partes del partido. Tal vez la desesperación nos hizo errar pases”, añadió el entrenador que reconoció que los asiáticos lo complicaron tácticamente.
Pero Ecuador ha dejado una huella en este Mundial. Por primera vez una Selección nacional disputará la medalla de bronce y ya es una de las cuatro mejores del planeta, con fútbol.
Durante todo el torneo en Polonia se mantuvo fiel a su propuesta de ataque. Así lo confirman los indicadores de juego. La Tricolor tuvo más tiempo el balón en cinco de los seis juegos: solo en la victoria ante Estados Unidos contó en menos momentos con la pelota.
Pero no solo eso: en promedio, Ecuador generó más de 10 ocasiones de gol por partido. Al equipo al que más veces atacó fue precisamente a su siguiente rival, Italia. En el partido de la primera fase, la Tricolor generó 15 opciones, pero no pudo anotar.
Este 11 de junio, la Selección fue superior en la mayoría de los indicadores ante Corea, pero adoleció de suerte en el más importante, los goles. Ecuador tuvo más tiempo el balón (58% del partido). Generó 13 acciones de gol, contra ocho de su rival. De esas 13 ocasiones, cinco fueron remates directos al arco, que fueron repelidos por Gwangyeon Lee, el guardameta coreano que incluso mostró reflejos de gato para sacar un esquinado remate de cabeza de Campana.
La Selección generó 78 situaciones de gol en el torneo (un promedio de 13 por partido). En las cifras globales disparó 28 veces al arco (4,6 por partido). Marcó siete anotaciones y recibió cinco.
Su ariete Campana se fue del Mundial sin haber anotado, aunque de acuerdo con el cuerpo técnico su contribución fue fundamental para mantener ocupados a los zagueros rivales: ficha táctica fundamental en la ofensiva. El 9 de Barcelona también fue el primer defensor del equipo cuando los rivales salían. Por ello, Célico lo levantó con cariño del suelo, al igual que al resto de sus discípulos.