Los jugadores querían conocerlo en persona. Se negaban a creer que un técnico brasileño podría llegar a Esmeraldas para entrenar un equipo de la Segunda categoría.
Pero era cierto. Lo vieron en las canchas de La Forestal, en el sur de Esmeraldas. Era difícil que pasara desapercibido con sus 1,95 metros de estatura.
Eduardo Da Conceiçao López De Mota, de 51 años, llegó el 22 de febrero para dirigir al Deportivo Valencia. El club tiene 9 años de trayectoria.
Shamie Pottiher, agente FIFA esmeraldeño, dice que existe un plan a largo plazo con el entrenador. Estará cinco años en Esmeraldas.
Esperan que durante ese tiempo no solo se logren resultados positivos para el equipo sino que pueda ser también una tribuna para que los mejores jugadores puedan probarse en equipos del extranjero.
¿Cuánto cuesta mantener al técnico en Ecuador? José Vega, presidente encargado del club, titubea antes de contestar. “Más adelante podremos hacer pública la cifra. Por ahora estamos seguros de que podremos cumplir con los compromisos económicos”.
Tras la chequera del equipo están empresarios esmeraldeños, la firma de asesoría en fútbol Pottiher S.A, los socios y se espera involucrar a inversionistas de Europa.
En el 2012, el club proyectó un presupuesto de USD 30 000, que en la práctica no alcanzó. La cifra final llegó a USD 50 000. El equipo no pudo entrar al cuadrangular del campeonato local.
Para este año, los directivos son conscientes de que no gastarán menos de USD 250 000, si se cumplen los planes que tienen.
Desde el 2010 se ha intentado contratar al técnico, pero no hubo condiciones, según los directivos. Ahora ellos han puesto sus esperanzas en el brasileño y él, en los jugadores. “Precisamente eso fue lo que me motivó a venir a Esmeraldas. La provincia tiene grandes jugadores con proyección”, comenta Eduardo Da Conceiçao.
En los primeros tres días de convocatoria para conformar el equipo llegaron 100 jóvenes. La edad promedio: 17 años. En medio de la hierba crecida, el lodo y los baches de la cancha, ellos mostraron sus destrezas.
Kevin Rodríguez, de 14 años, se destacó no solo por el corte de cabello calcado del brasileño Neimar da Silva, sino por la similitud en el dominio del balón.
El ‘jogo bonito’ le recuerda al técnico su infancia en Río de Janeiro. Fue jugador amateur. Cuando tuvo que elegir entre la liga profesional y la dirección técnica optó por la segunda.
Se vinculó con la Asociación Brasilera de Entrenadores de Fútbol (ABTS, por sus siglas en portugués). Luego viajó a Estados Unidos y obtuvo la licenciatura en Educación Física y Fisioterapia.
Más tarde se radicó en España, donde obtuvo la nacionalidad. Se radicó en Barcelona y dirigió escuelas de fútbol y clubes.
Del país ibérico heredó el dialecto, que mezcla con un ‘portuñol’ apenas claro. “¡Chavales, nadie joga parau¡”, les dice durante el entrenamiento.
Da Conceiçao los mira con atención y anota con un marcador negro los nombres de los jugadores más destacados en una pizarra con una cancha a escala que tiene en la mano.
Así -dice- no pierde detalle. Trata de conocerlos no solo dentro del campo de juego sino también cuando no tienen el balón bailando en los pies. “El jugador sudamericano tiene visión. Por su condición social y económica, el niño quiere sacar adelante a su familia. En Europa no pasa siempre eso. Aquí trabajan con ilusión”.
Por eso cree que el papel de un entrenador también es el de un padre, formador y psicólogo. Ya aplicó esa filosofía en los clubes de Italia y Holanda, donde entrenó.
Del segundo le quedó la disciplina y el fútbol total, que implica la lógica: “todos defienden, todos atacan”. Y la fortaleza de los jugadores esmeraldeños podría ser una ventaja para aplicarlo. Da Conceiçao lo dice convencido.