El Congreso del Fútbol que se realizará el 8 de enero en Guayaquil será una magnífica oportunidad para que la dirigencia responsable comience un proceso de transparencia en todos sus niveles.
Un ejercicio muy complejo porque al parecer en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) no ha pasado nada luego de la prisión preventiva del Presidente, secretario y director de logística, involucrados en un potencial caso de lavado de activos, y que forma parte del ‘Fifagate’.
Luego de semejante tropiezo, lo más coherente sería que ese grupo de dirigencia responsable plantee (léase obligue) a nuevas elecciones dentro de la FEF.
El antiguo sistema, dirigencial y competitivo, colapsó y es urgente renovar a todos los cuadros, administrativos y dirigenciales, del ente rector del fútbol nacional.
Comenzar el proyecto de la Asociación Profesional de Fútbol es prioritario, sin embargo, para mejorar una imagen deteriorada y carente de confianza de la FEF, será obligatorio pensar en un nuevo liderazgo con talento y visión de primer mundo.
El Congreso de enero será una oportunidad única para renovar un estilo clientelar y caduco.
La dirigencia debe cambiar su chip conceptual para enfrentar un 2016 complicado y lleno de incertidumbres. No puede haber concesiones. O se cambia todo o el futuro del fútbol seguirá en el retraso y procedimientos cuestionados por la justicia ordinaria.