Parece que fue ayer cuando Brasil ganó el derecho de ser el anfitrión de la Copa Mundial . Recuerdo la emoción que sentí al saber que mi país organizaría el evento de fútbol más importante del planeta.
Hoy ya no estoy más en la cancha como jugador, pero confieso que empiezo a sentir la misma ansiedad de cuando estaba a punto de jugar una final. Después de todo, ¿no sería la Copa Mundial el partido decisivo para que Brasil se consolide aún más a escala internacional? Toda la atención está en nosotros, es una buena oportunidad para mostrar lo que Brasil es realmente y quién es su gente de verdad.
Con la celebración de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos en 2016, tenemos la oportunidad de mostrar al mundo que somos un país enamorado del deporte. Pero que también somos una nación con economía fuerte, líder en biotecnología, entre los mayores productores de carne, minerales y soja del mundo.
Pronto, miles de turistas y periodistas extranjeros arribarán a nuestros aeropuertos llenos de curiosidad, con ganas de conocer el verdadero Brasil.
Somos también un país con marcados contrastes sociales, pero que logró importantes avances para corregirlos. Una sociedad diversa pero unida.
Somos tierra de gente talentosa, creativa e innovadora, características bien representadas por los regates mágicos y desconcertantes de Neymar, por la música del maestro Tom Jobim y por la ciencia de Miguel Nicolelis, que, gracias a las investigaciones del exoesqueleto, brinda esperanza a los parapléjicos que sueñan con volver a caminar.
Nuestro país también es multicolor, poseedor de una naturaleza capaz de dejar a uno sin aliento. Los turistas que nos visiten en el Mundial deben prepararse para una experiencia inolvidable: nadie sale de aquí sin un recuerdo preciado, después de conocer las playas del nordeste, la inmensidad del río Amazonas o la unión entre el mar y las montañas que hace que Río de Janeiro parezca una pintura.
Como miembro del Consejo de Administración del Comité Organizador Local de la Copa Mundial de la FIFA, sigo de cerca la dedicación, la capacidad y el compromiso de aquellos que están ayudando a construir un evento único. He visto, en las 12 ciudades sedes, la entrega de miles de personas comprometidas a llevar a cabo un Mundial impecable.
En nuestro camino de preparación ya hemos superado pruebas muy difíciles. El año pasado fuimos anfitriones de la mejor edición de la Copa Confederaciones hasta ahora. Y esa no es solo mi opinión, sino también la de los aficionados, periodistas y del presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
Desde principios de año, hemos inaugurado dos nuevos estadios: la Arena das Dunas, e Natal, y el nuevo Beira-Rio, en Porto Alegre. Lucen hermosos, así como están quedando la Arena Amazonas,la Arena da Baixada, la Arena Pantanal y la ArenaCorinthians.
Hasta el comienzo del Mundial, los estadios de la competencia habrán pasado por eventos de prueba, esenciales para que todos aquellos involucrados en la organización realicen ajustes en sus operaciones.
F alta poco para el gran show y el encuentro de los m ejores jugadores del planeta. Messi, Cristiano Ronaldo, Iniesta, Neymar, para citar a algunos de los cracks. No puedo esperar. Los espero en Brasil. ¡Nos vemos en el Mundial!