Para crecer hay que cambiar. Por ello, reconforta mirar cómo la dirigencia tiene un nuevo enfoque organizativo de la Primera División. Hay que entender que el fútbol es un negocio en el cual están prohibidas actitudes paternalistas o espíritus cooperativistas.
Eso no funciona en el fútbol profesional. El que más produce más gana. Un equipo que llena estadios semana a semana nunca permitirá compartir en partes iguales con clubes que no son atractivos ni en su ciudad.
Hay que mirar a las mejores ligas del mundo, la Premier League en Gran Bretaña, España, Italia y Alemania. Allí, los clubes administran su espectáculo esmerándose por ofrecer un mejor producto.
El modelo organizativo del fútbol del país es obsoleto. Las asociaciones provinciales son un lastre para la organización y es bueno que la dirigencia, apremiada por sus angustias económicas, vea nuevas alternativas como la Liga Profesional.
Sin embargo, se ha contemplado con estupor que un integrante del Directorio de la Ecuafútbol visite una Asociación “recomendando” que no se apoye el proyecto. Seguramente, él lo hizo visualizando la pérdida de su espacio de poder.
Es hora de pensar en un futuro eficaz del balompié olvidándose de las cuotas de poder, mayores o menores. La FEF debe enrumbar su trabajo en la preparación de los selecciones nacionales y el fútbol menor y los clubes en su propio negocio.
No hay tonos grises. O se cambia y se crece o el 2016 puede ser el sepulcro para varios clubes.