Canchas de tenis del Ministerio de Deportes, entrenamiento de los deportistas en silla de ruedas. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Para las personas con discapacidad, la actividad física no solo es importante, es algo trascendental.
Así lo confirma Jaime Guerra, psicólogo con una maestría en Deportes. “Para muchos de ellos encontrarse con un deporte ha sido volver a la vida. Es la oportunidad para recuperar la autoestima, para confirmar que son capaces”, indica el especialista, quien trabaja con atletas de alto rendimiento, regulares y con discapacidad.
Eso que explica el psicólogo lo demuestran todos los días diez tenistas en sillas de ruedas que se reúnen en el Centro Activo 1, en el norte de Quito.
Allí, sobre una cancha de polvo de ladrillo, se ejercitan desde las 06:00 hasta las 08:00.
Algunos utilizan la silla de ruedas por malformaciones congénitas, como espina bífida, y otros por accidentes, sobre todo de tránsito.
Una de las jugadoras más destacadas del grupo, que cuenta con el apoyo de la Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Física, es la esmeraldeña Alexandra Meza.
Ella viaja hoy, junto con Carolina Lasso, Efraín Cabrera y Esteban Ortiz (ambos de Azuay), al clasificatorio de Las Américas en Barranquilla.
En Colombia, la Selección nacional buscará desde mañana un cupo para el Mundial por Equipos de Turquía, que se jugará en mayo, y que es similar a la Copa Davis.
A sus 26 años, Alexandra afirma que las raquetas y las canchas fueron claves para enrumbar su vida.
Unos tres años atrás, los problemas se le acumularon al punto de sentirse deprimida, sin ganas de comer ni de estudiar… Entonces, en ese momento crítico llegó también el tenis.
“Este deporte me ayudó a enfocarme, a saber lo que quiero en la vida. Debe ser por eso que amo jugar tenis”, contó ayer la tenista, quien sufrió un accidente de tránsito a los
2 años y medio.
Alexandra vive en Chillogallo, en el sur, y con su silla se moviliza en buses. “No puedo explicarle lo que siento al jugar, pero me siento dichosa. Por eso quiero entrenarme, competir y ser la mejor del mundo”.
El tenis en silla de ruedas es regulado por la Federación Internacional de Tenis y tiene clasificaciones mundiales.
La esmeraldeña se ubica en el casillero 126 de ese escalafón, pese a que el año pasado solo compitió en dos torneos internacionales, en Chile y en Colombia, l.
En ese listado, la ecuatoriana mejor ubicada es Carolina Lasso, para quien esta disciplina es una pasión. “Si me quitan el tenis, me muero”, dijo ayer la tenista de 39 años, madre de dos hijos.
Carolina sufrió un accidente de tránsito a los 17 años y también confirma que salió adelante, en gran parte, por el deporte.
En la actualidad se entrena por las mañanas, luego trabaja como asistente de gerencia, y en las noches estudia Comunicación Empresarial.
Por si fuera poco la tenista, que está en el casillero 117 del mundo, es cantante.
Esta disciplina es demandante.
Mientras se desplazan, los jugadores se dan modos para no botar la raqueta. Algunos tienen la habilidad de tomarla con la mano y mover las ruedas a la vez. Otros, la colocan en el regazo y se impulsan.
Roberto Castro, quien trabaja con personas en silla de ruedas desde hace siete años, confirma que el entrenamiento debe ser personalizado.
Dependiendo del grado de discapacidad, se trabajan los movimientos, la manera de tomar la raqueta y la forma adecuada de realizar el servicio.