Luis Chiriboga (der.) en un entrenamiento de la Selección ecuatoriana en la Casa de la Selección. Foto: Paul Rivas / EL COMERCIO
Construyó una estructura que le permitió dirigir el fútbol por más de 17 años. Luis Chiriboga, bajo cuya gestión la Tricolor jugó en ocho mundiales de diversas categorías, levantó un imperio que ahora vive su ocaso y su próximo fin.
Su primer gran contrato lo hizo con la empresa Inesworkt por USD 9,2 millones, en julio de 1998, cuando tenía cinco meses en el poder. Ese lo firmó en Miami, en una reunión a la que llevó a los integrantes de su Directorio. En el nexo con Hugo Jinkis, dueño de Inesworkt, participó la belga-colombiana Zorana Danis, también procesada por la justicia estadounidense por el FIFAgate.
Los contratos millonarios con empresas locales, numerosas invitaciones a los directivos de clubes a otros países… fueron parte de las estrategias de Chiriboga, que en sus cinco períodos ha administrado más de USD 150 millones.
Hizo que las asociaciones de fútbol provincial sean más participativas de las decisiones de la Federación Ecuatorina de Fútbol, entregándoles aportes anuales, que llegaban a los USD 120 000 para cada una de las 24. Ese fue uno de sus soportes en sus 17 años y 10 meses, antes de que la justicia de EE.UU. lo acusara por cinco cargos. “Le dio más presencia a las asociaciones de fútbol. Otros directivos siempre las habían ignorado”, reconoció Juan Borbor, presidente de Santa Elena.
En su gestión patentó que los directivos de clubes y asociaciones sean invitados a los 36 viajes que hizo la Tri en las eliminatorias (entre octubre 1999 y noviembre 2015). Además, fueron incluidos en las delegaciones a los tres mundiales que jugó Ecuador, y gastó en ellos USD 1,2 millones, en cada edición, en alimentación, hospedaje, viáticos y demás rubros.
Cuatro de los siete días pasaba en Guayaquil, donde la FEF le alquilaba una suite en un hotel de cinco estrellas, por la cual pagaron USD 24 500, solo el año pasado. Los otros días vivía en el noroccidente de Quito, en un sitio muy exclusivo, donde residen algunos empresarios.
Sus oficinas estaban llenas de trofeos y placas que le entregaron en su gestión, en la que obtuvo ocho clasificaciones mundialistas en distintas categorías. Una camiseta en miniatura del Manchester United, con su nombre estampado, resalta en una pared de la Casa de la Selección.
Una de las paradojas es que los éxitos de la Tricolor jamás le permitieron ser un dirigente popular. Si el único proyecto realmente unificador ha sido la Selección, ¿por qué el padre de esos inéditos éxitos de ir a los Mundiales no logró ser querido entre las masas?
¿Por qué en las redes sociales nunca gozó de apoyo? Una explicación está en que su trayectoria como máximo dirigente de la Ecuafútbol siempre estuvo rodeada de controversias que afectaron a su imagen.
De entrada, en 1999 llegó el fracaso de la Tri de Carlos Sevilla en la Copa América y la frase de que era necesario “blanquear a la Selección”. Aunque Chiriboga negó que la hubiera pronunciado, se armó una polémica que causó rechazo en Esmeraldas. Fue un mal augurio de los problemas que lo acompañarían.
Las eliminatorias al Mundial del 2002 fueron una colección de triunfos, pero también de jaleos que avinagraron la relación de Chiriboga con algunos dirigentes y el público.
Recular en su promesa de que la Tri jugara algunos partidos en la Casa Blanca lo enemistó con Rodrigo Paz, quien se convirtió en su némesis, al punto que hasta hoy el directivo de la ‘U’ enfrenta un juicio de difamación. Y, claro, los hinchas de Liga pasaron a ser sus contradictores por contagio. Ni siquiera la imagen de Chiriboga aplaudiendo a Liga tras ganar la Libertadores del 2008 apaciguó esta confrontación.
La polémica con el DT José María Andrade y el jugador Abdalá Bucaram Pulley, convertida en un hervidero de pasiones por el tinte proselitista que tomó la Selección Sub 20 (Chiriboga era militante del Partido Social Cristiano y terminó por desafiliarse), contaminó más el ambiente. Eso generó, a su vez, el famoso balazo en contra de Hernán Darío Gómez por parte de una turba de seguidores de Bucaram, que causó un durísimo golpe en la imagen pública de Chiriboga. Fue el 8 de mayo del 2001.
El punto culminante fue el escándalo de las visas para viajar a Estados Unidos, solicitadas a nombre de futbolistas pero que en realidad eran usadas por emigrantes. El alboroto estalló en vísperas del Mundial 2006 y llevó a la cárcel a Vinicio Luna, en ese entonces coordinador de selecciones de la Ecuafútbol. Luna fue condenado a un año de cárcel como autor en el grado de tentativa del delito de tráfico ilegal de personas.
En el 2006, el delantero Agustín Delgado reclamó en público por los premios que la FEF adeudaba a los seleccionados del Mundial. Luego el jugador participó en una gresca en el duelo entre LDU y Barcelona en la Casa Blanca y fue suspendido un año, sanción severa que fue vista como una vendetta.
En la Copa América 2011 saltó el tema del nepotismo. Su hijo José Luis Chiriboga era agente de jugadores y representaba a un seleccionado. La sociedad debatió sobre el conflicto de intereses de que el hombre más poderoso del fútbol del país tuviera un hijo que representara a jugadores y que viajara dentro del avión de la Selección.
Punto de quiebre con varios clubes fue la idea de que la FEF gobernara los derechos de TV del Campeonato para repartir las ganancias entre los equipos. Tras forcejeos de años para instaurar el Canal del Fútbol, Chiriboga impuso su criterio para la temporada 2013. Los derechos, que generarán en cinco años, más de USD 88 millones, fueron cedidos a canales públicos e incautados que exhibieron la mejor oferta, pero causó un quiebre con dirigentes. Algunos como Francisco Egas, Jaime Estrada, Esteban Paz…
Penúltimo acto de su ocaso fue el deterioro económico de los clubes, que generó una huelga de futbolistas luego del Mundial 2014. Su frase: “El fútbol ecuatoriano no está en crisis” fue un error de imagen que lo persigue hasta ahora.