La quiteña Verónica Rojas, de 34 años, se entrena todos los días por terrenos difíciles y montañas del pueblo Prarreyer, ubicado en la frontera entre Francia y Suiza. Foto: cortesía Verónica Rojas
Escondido entre montañas, un valle de granjas, donde se hacen quesos, viñedos y donde siempre alumbra el sol –incluso en el invierno-, se levanta el pueblo suizo Prarreyer. Verónica Rojas es la única ecuatoriana de los 400 habitantes del lugar, ubicado entre la frontera de Suiza y Francia.
La corredora de Ultra Trail, modalidad que contempla carreras de 40 kilómetros en adelante por terrenos difíciles, emigró al sitio con su esposo, el andinista y corredor sueco Jonas Paurrel, a inicios de este año. Ambos se conocieron en la isla de la Palma, España cuando ella acudió a una prueba de 64 km. El deporte unió a la pareja y resolvieron emigrar al pueblo rural.
En el lugar, a 900 metros sobre el nivel del mar y donde hay varias iglesias y la mayoría de los moradores son católicos, Verónica explora todos los días nuevas rutas para correr y prepararse para retos extremos en Europa.
Cuenta que siente sensaciones únicas cuando recorre los caminos. “Correr largas distancias me permite pensar y encontrarme conmigo mismo. Siento una conexión espiritual única. Nunca antes me había sentido tan cerca de Dios”, dice la quiteña, de 34 años, y quien en su juventud se dedicó al taekwondo, el balomnano, el patinaje artístico y el fútbol.
Fue en el atletismo, sin embargo, en el que encontró su verdadera vocación. Primero se inició en pruebas de 8, 10 y 15 kilómetros como la Quito-Últimas Noticias hasta que fue al parque Metropolitano, donde conoció a corredores de más de 100 km en las montañas. Ahí, se unió para siempre a la ultradistancia.
La quiteña Verónica Rojas, de 34 años, se entrena todos los días por terrenos difíciles y montañas del pueblo Prarreyer, ubicado en la frontera entre Francia y Suiza. Foto: cortesía Verónica Rojas
Una de estas carreras extremas fue la del Mont Blanc, de 101 kilómetros en el 2015, donde fue la mejor latinoamericana ubicada en la competencia.
Hasta los 60 kilómetros se sentía en buenas condiciones, pero luego sintió problemas estomacales aunque logró terminar su reto luego de 21 horas.
Esa experiencia la marcó. Ahora en su nueva residencia, siente que puede plantearse nuevos retos. Por ello, este año empezó a practicar esquí de montaña y de pista con la guía de su esposo.
En el último mes, sus entrenamientos cambiaron para las tardes. Corre y hace ciclismo de ruta. Combina las modalidades deportivas con el propósito de evitar lesiones y mejorar su rendimiento deportivo.
Su reto más extremo de este año será el Tor Dret, una carrera de 130 kilómetros en Italia. “Es como si debiera bajar y subir 12 veces las antenas del Pichincha“, explica la capitalina. Antes, estará en el Maxi Race, de 44 km, y el cortina Ultra Trail de 48 km. Ambas carreras serán en Francia.
También estará en pruebas de menos kilómetros en Suiza, donde aprovechará para conocer nueva gente.
Advierte que no se plantea pruebas para los próximos años (2018 y 2019). Por ahora, quiere disfrutar de su nuevo estilo de vida.
También, aprende sobre nuevas estrategias para sostenerse por varias horas en las competencias extremas. Para ello, investiga sobre cómo alimentarse e hidratarse durante sus recorridos. Su nueva vida ahora está en Europa.