Júnior Sornoza toma sus pupos para iniciar una práctica, ante los integrantes del cuerpo técnico. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Pablo Repetto arma la estrategia y las fórmulas para derrotar a los equipos rivales. Óscar Quagliata hace las bromas con los jugadores y analiza el rendimiento del plantel. Roberto Teixeira muestra seriedad y pone a punto a los jugadores. Nicolás Penino vigila que los rayados cumplan las cargas físicas y dosifiquen energías.
Esos son los rastros más visibles de los cuatro uruguayos que están detrás de la exitosa campaña de Independiente del Valle, en la Copa Libertadores (el equipo jugará la final del torneo, el miércoles 26 de julio de 2016, ante el Atlético Nacional, 19:45).
Les gusta el asado y el mate. La mayor parte del tiempo hablan de fútbol y sobre cómo resolver los problemas de juego e, incluso, complicaciones personales de sus dirigidos.
Ellos, por ejemplo, han tenido que imponer castigos a los jugadores que han roto las reglas. Uno de sus dirigidos fue al plantel de la Reserva por cometer una falta disciplinaria. Ahora, ya está nuevamente en la plantilla principal.
Repetto y Quagliata son los más antiguos en el cuadro de Sangolquí. Llegaron al club en el 2012, motivados por el plan de promover jugadores para el plantel de Primera. Ambos trabajan juntos desde el 2010, cuando estuvieron en el Fénix uruguayo.
Entre los dos, armaron las reglas de la concentración. Hay multas de hasta USD 60 para el jugador que cometa una infracción. Este valor se aplica, por ejemplo, a un futbolista que arroje implementos de entrenamiento continuamente.
Desde el 2010, consolidaron una relación de amistad, pero sobre todo de respeto, asegura Repetto. Él siempre está dispuesto a escuchar a su compatriota en momentos de tensión, en un partido.
A Quagliata le gusta hablar de cerca con los futbolistas. Sabe cómo acercarse a ellos porque fue jugador profesional hasta los 39 años (tiene 51).
Les ‘gasta’ bromas y participa en sus juegos. Es usual, por ejemplo, verlo en los lanzamientos de los tiros penales que los ‘rayados’ practican al final de los entrenamientos. En ocasiones, en esos juegos, se han realizado apuestas.
El charrúa es efusivo, en algunas ocasiones, y explota. Los árbitros ecuatorianos le han expulsado de la banca técnica durante los cotejos. “Son cosas del fútbol”, dice Quagliata, quien pasó por el Deportivo Quito, en 1991. Dice que le tiene cariño al país. Eso sí, admite que muchas cosas han cambiado desde esa época. “Ahora, el fútbol es diferente. La tecnología nos ha cambiado constantemente”.
Él prefiere no hablar de sus cábalas antes de un partido. Repetto también le quita importancia a ese asunto. Pero cuenta que antes de un cotejo, no puede faltar una taza de café. Además, para relajarse del estrés por la seguidilla de partidos, le gusta trotar por 20 o 30 minutos, en la cancha. Así se quita la ‘mala vibra’.
Teixeira y Penino se incorporaron más tarde al Independiente del Valle. Trabajan juntos desde el 2014. El primero se encarga de la preparación física general y vino al club para reemplazar a Luis Bondelas.
Penino inicia los trabajos en cancha con los jugadores que tienen problemas físicos. Suele llevarlos a una esquina de la cancha del complejo y les imparte instrucciones.
A él le gusta llegar temprano al complejo del club. Acude con 30 minutos de anticipación al entrenamiento diario.
Los cuatro están motivados. Su trabajo podría dar a Independiente la Libertadores.