Por primera vez en seis años, el Salón del Automóvil de Detroit volvió a ser la fiesta que tradicionalmente ha sido para las firmas expositoras y para el público asistente.
¿La razón? Las cifras de ventas de autos en Estados Unidos, reveladas a inicios de este mes, dieron cuenta de que la recesión generada a partir de la crisis inmobiliaria del 2008 empezó a dar paso a la recuperación económica.
Aunque la nueva realidad del sector automotor beneficia a casi todas las marcas que operan en el mercado estadounidense, es particularmente benévola con General Motors y Chrysler, firmas que estuvieron a punto de desaparecer, de no ser por una oportuna y multimillonaria intervención gubernamental, orientada a evitar el colapso de la industria manufacturera y de la economía.
Hoy, los fabricantes de autos de EE.UU. gozan de buena salud financiera y tienen ambiciosos planes para los próximos años. La presentación de varios y renovados modelos en la muestra automovilística estrella de ese país, los cuales han generado gran expectativa popular, evidencia que el sector aprendió de sus errores pasados, se esmeró en corregirlos y ahora se dispone a cosechar los frutos de gestiones administrativas más eficientes.