El modelo administrativo que han usado los dirigentes de los clubes de fútbol se agotó en el país. Es inviable vivir permanentemente con deudas que se arrastran de un año a otro y que se convierten en demandas laborales.
El padrinazgo, mecenazgo y las garantías que han puesto decenas de directivos, en los últimos años, en instituciones financieras para obtener préstamos, ya dejaron de sostener las estructuras de los equipos.
Es hora de dar ese giro que transforme el sistema que funciona en el país. Pero esto tiene que originarse en decisiones de los propios representantes de los equipos y las asociaciones de fútbol, pero sin que se estén midiendo réditos políticos de regiones o de equipos, con las autoridades de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
Esa es la única forma de dar el vuelco a la crisis económica, originada por las malas administraciones de dirigentes en clubes y por la pasividad de la FEF para regular estos hechos.
Es inverosímil que una plantilla de futbolistas cobre su salario dos y tres meses después; o que haya entrenadores, cuerpos médicos, utilería y personal administrativo que no cobren sus salarios desde hace más de un año. En esta parte, existe la obligación de los dirigentes en hacer un cambio procedimientos, como parte de las medidas para salvar el fútbol ecuatoriano, que sí está en crisis estructural y económica. Y, aquí, le corresponde a la FEF ser más radical en la aplicación de sus reglamentos.