El fútbol ecuatoriano está estigmatizado. Una muestra de esa realidad se refleja en que ya han pasado cuatro fechas y aún el campeonato está sin patrocinador principal.
Eso es producto del FIFAgate que sacudió los cimentos del fútbol mundial.
Las consecuencias de ese sacudón originaron que los anunciantes tengan incertidumbres para patrocinar la marca del torneo.
Por eso es necesario que los directivos de los clubes den pistas de una transformación del fútbol del país o de lo contrario sus acciones y decisiones pueden dar a entender que ignoran la realidad mundial.
Aquí no se ha reemplazado al Presidente de la Federación envuelto en el escándalo de corrupción más grande de la historia del fútbol mundial. Solo hay un interinazgo de Carlos Villacís.
¿Qué significa eso?
Los presidentes de los clubes de las Series A y B están en la obligación de tomar distancias del Presidente procesado judicialmente por la Fiscalía de Ecuador y por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y solicitarle la renuncia, tal como lo hicieron Sergio Jadue, en Chile, y Luis Bedoya, en Colombia.
Después de esas acciones están en la obligación de reestructurar el Directorio de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) y crear las normas de la Asociación de Fútbol Profesional, que entrará en vigencia en el 2017. Las decisiones están en manos de los dirigentes y no en la FEF.