Juveniles de Independiente del Valle cumplen tareas grupales en el complejo de Chillo Jijón. Foto: EL COMERCIO
Miembros del departamento antinarcóticos de Sangolquí acudieron al Centro de Alto Rendimiento del Valle, hace tres semanas. Hablaron ante los futbolistas juveniles sobre su trabajo y los peligros de consumir sustancias prohibidas.
Durante la semana, tutores y psicólogos del equipo también dan charlas de valores, orientación sexual y sobre prevención ante el consumo de alcohol y drogas. Son actividades para formar a los talentos en el ámbito personal.
La mayoría de quienes llegan al Independiente, y a las canteras de los planteles de Quito, es de Esmeraldas, según el registro de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF). De los 600 jugadores, más de 400 provienen de esa provincia.
Los directores de divisiones formativas coinciden en que, en algunos casos, provienen de hogares con necesidades. “Llegan con la idea de ser futbolistas. Les han inculcado que eso puede ser su salvación y hay presión”, expresa Víctor Guamán, psicólogo del conjunto de Sangolquí.
Ante ello, se enfoca en que establezcan “una identidad que no sea simplemente el ser futbolista”. Las charlas y la educación secundaria que se les brinda buscan que adquieran una formación personal y se alejen de faltas disciplinarias y conflictos personales.
Un talentoso mediocampista, de 16 años, salió de la residencia del club hace dos años. Una prueba de orina detectó rastros de cocaína y marihuana. Recibió tratamiento psicológico y, posteriormente, acudió a un centro externo de ayuda. A los tres meses de su tratamiento se fugó del lugar.
El club decidió separarlo para preservar el buen ambiente en el resto de jugadores. No existen casos de implicados en este conflicto en la actualidad, expresa Guamán. Pero se mantienen charlas y educación, añade el especialista.
En Liga, El Nacional y Universidad Católica y Aucas también cuentan con psicólogos para tratar conflictos. Son supervisados por los directores de formativas.
El año pasado, dos jugadores fueron separados de la residencia del ‘Trencito Azul’, donde hay 15 chicos que también reciben alimentación e incentivos económicos que van desde los USD 30 para sus traslados.
Salieron de la casa hogar porque incumplieron reglas disciplinarias, expresa Marcelo Romano, director de las formativas. “Se iban sin permiso y volvían fuera de horario”, cuenta. El técnico argentino recibió hace una semana una llamada de un padre de un jugador que le pedía permitiera quedarse en la residencia al jugador. “No pudimos dejarlo acá. Tuvo su oportunidad y no la aprovechó”.
Dos jugadores de la Reserva del ‘Trencito’ estuvieron implicados en una gresca el domingo, junto a José ‘Tin’ Angulo, y están detenidos. Romano expresa que no se puede controlar a quienes no viven en la casa hogar. “Acá solamente se los tiene tres horas y cuando ya pasan los 17 años es difícil cambiarles la cabeza”, indica.
Por ello, dice que prefiere que los talentos sean captados desde corta edad. Los jugadores de la residencia son evaluados por profesores, en estos días. Esto servirá para determinar su nivel de estudio, que les proveerá la institución.
En El Nacional, en cambio, solo jugadores pasados de los 16 años llegan a la residencia, en Tumbaco. Sixto Vizuete, coordinador de formativas, considera que, entre los 12 y 14 años, deben permanecer con sus familiares para evitar conflictos emocionales.
En la residencia hay 20 jugadores, 18 de ellos estudian en colegios con los que el plantel mantiene convenios. Ellos permanecen bajo la supervisión de los preparadores físicos y un fisioterapeuta, quienes también son militares.
Los jóvenes futbolistas deben cumplir un reglamento disciplinario con el que también cuentan los otros clubes de la capital. En el cuadro de los puros criollos, el motivador Mauricio Morales realiza charlas habituales. En Liga, el psicólogo Fernando Aguinaga trata los problemas de los talentos de la cantera.