Los aficionados, dirigentes y las ex figuras de Técnico Universitario y de Macará disfrutan hoy un clásico ambateño más. El partido se juega a las 12:00 en el estadio Bellavista. Ambos planteles están en posiciones estelares en la segunda etapa del Campeonato Nacional y eso le da un aditamento especial.
A este partido, Macará llega compartiendo el liderazgo con Liga de Quito, con 24 puntos. Mientras Técnico Universitario se ubica en cuarto puesto con 22.
Las ex figuras Fabián Vicente Burbano y Vicente Nájera fueron parte de los clásicos ambateños en la década de 1960 y 1970. Ellos rememoran esos duelos.
El ex arquero ‘Tuerto’ Nájera integró el equipo de los celestes desde 1968. Allí jugó seis encuentros en las series A y B.
El partido más recordado por Burbano y Nájera se desarrolló el 21 agosto de 1977. En esa ocasión los ‘celestes’ y los ‘universitarios’ empataron 2-2.
En esa contienda, el goleador Burbano anotó el único gol de cabeza. Ambos deportistas cuentan sus vivencias antes de los clásicos de la capital de Tungurahua.
El miércoles pasado visitaron el estadio Bellavista. Mientras algunos aficionados desde los camerinos los animaban, ellos comentaban sobre lo vivido, la música de las bandas y la explosión de los voladores que fueron parte de los clásicos de esos tiempos.
Burbano llegó a Técnico Universitario en 1977. Él se inició en las divisiones formativas de El Nacional y en su primer año consiguió anotar 17 goles.
Ambos deportistas tenían previsto presenciar el encuentro de hoy desde los graderíos de la general oriental y occidental, junto a las barras de los planteles que les dieron la gloria en su tiempo.
‘Antes de salir al césped del Bellavista la piel se erizaba’
HOJA DE VIDA Fabián Vicente Burbano.
Su experiencia. Inició su profesionalización en las formativas del club El Nacional. Jugó en Técnico Universitario.
Entrenador. En la Selección nacional Sub 20 y de los ‘universitarios’.
El único gol que anote de cabeza fue al Macará el 21 agosto de 1977. Por eso, me consideraban como uno de los históricos goleadores de Técnico Universitario, pues vencí al imbatible guardameta Vicente ‘Tuerto’ Nájera en un partido de la Serie B. El encuentro finalizó 2-2.
La afición lo celebró con euforia. Corrí a la mitad de la cancha y me abracé con mis compañeros.
Para ese partido los hinchas ‘universitarios’ nos recibieron en el estadio Bellavista con cánticos, aplausos y ondeaban las banderas del equipo.
Cinco minutos antes de los partidos nosotros orábamos y se gritaba el nombre del plantel. Al aproximarnos a la cancha la piel se nos erizaba. Muchos compañeros bromeaban y algunos callaban. El papel picado, los globos y la explosión de los voladores nos daban la bienvenida desde la general occidental.
En algunos partidos se cantaba el Himno del Ecuador. Al escucharlo, el corazón parecía salirse del pecho. Los partidos se jugaban bajo un intenso sol del mediodía de domingo o en las frías noches de los viernes.
Me integré a Técnico Universitario en 1977. Inicié de volante en las divisiones inferiores de El Nacional. El primer año en el equipo ambateño anoté 17 goles que sirvieron para ascender a la Serie A, por primera vez. Sudábamos la camiseta. A los hinchas les gustaba concurrir, pues nosotros dábamos todo por ganar.
‘Los cantos del Macará se coreaban con mucha pasión’
HOJA DE VIDA Vicente Nájera
Su experiencia. Jugó en el equipo amateur del club Ingahurco. En el fútbol profesional estuvo en Macará, Aucas y Olmedo.
Entrenador. Tiene el título de entrenador y trabaja como conserje.
Seis partidos jugué contra Técnico Universitario en las series A y B. Esos encuentros se animaban con dos orquestas que se instalaban en la general occidental y en la tribuna del Bellavista.
Los aficionados celestes coreaban los temas como Macará, ídolo ambateño, Altivo ambateño o Ya te voy a dar. El cántico retumbaba en el escenario deportivo. Al salir de los camerinos, la fiesta se prendía con los aplausos. Todos se ponían de pie y coreaban nuestros nombres.
Mientras se escuchaba la explosión de los voladores, la gente me gritaba: ‘Tuerto’ Nájera taparás bien. No te dejarás meter los goles. Escuchaba con la cabeza gacha, mientras caminaba junto al arco que me tocaba defender.
A veces le daba un golpecito con el pie a uno de los travesaños. Me daba suerte. También me inclinaba y hacía una pequeña oración.
Antes de jugar para los celestes pertenecía al club Ingahurco, un equipo que no salió de la barriada. De niño me gustaba asistir al estadio y colaboraba como pasabolas.
En 1968, los directivos del Macará adquirieron mis derechos deportivos por 1 500 sucres. Así cumplí con uno de mis sueños más preciados.
Antes los jugadores nos entregábamos en cuerpo y alma. No nos importaba que no nos pagaran a tiempo. La ilusión era estar en el partido. Se salía a la cancha y nos impactaba mirar a los hinchas encaramados en un árbol de ciprés o en las mallas.