El Challenger de Quito es también la oportunidad que tienen los jóvenes ecuatorianos para conseguir sus primeros puntos profesionales.
Por eso ayer cuatro de ellos esperaban su turno para entrenar en una de las canchas de polvo de ladrillo del Club Buena Vista, donde empiezan hoy los partidos de clasificación del ATP quiteño (10:00).
Con mucha picardía se hacían bromas entre ellos, conversaban y hasta observaban a sus posibles futuros rivales en el torneo profesional que llegará a su final el próximo domingo 22.
Entre hoy y mañana se jugará la ronda clasificatoria, que otorga cuatro cupos para el cuadro principal que arrancará el lunes.
El grupo lo integraban Diego Quiroz (16 años), Gabriel Cucalón, Jorman Reyes y Eduardo Lourido, estos tres últimos de 17 años. En medio de la conversación, el guayaquileño Cucalón dijo que quería convertirse en profesional. Sus amigos, un tanto incrédulos, tuvieron una infidencia: “ponga ahí que quiere ser el mejor del mundo”, dijo Quiroz.
Entonces, en medio de las risas de sus compañeros, Cucalón se puso un tanto serio y dijo que sí quería llegar a ser el mejor.
Ellos saben que convertirse en profesionales es una tarea difícil. No solo se requieren grandes condiciones físicas, mentales y técnicas. En el tenis hay que viajar mucho, competir en decenas de países para sumar los puntos y subir en el escalafón mundial. Esa es una de las principales dificultades que tienen los ecuatorianos, porque en el país hay muy pocos torneos que reparten puntos para la clasificación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
Quiroz, más cauto, contó que prefiere ganarse una beca para estudiar la universidad en EE.UU. El manabita Reyes también dijo lo mismo. El quiteño Lourido, quien desde hace dos meses se entrena en la Academia de Brian Dabul en Guayaquil, tuvo sus dudas. Él también quisiera probar suerte en el ámbito profesional.-