La victoria de Nico Rosberg en el GP de Gran Bretaña (segunda de la temporada en curso y tercera en la máxima categoría) se dio de manera sorpresiva.
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Si bien Mercedes muestra un progreso notable en el desarrollo de las carreras, que ya sintoniza con el dominio que ejerce en las sesiones de clasificación, en circunstancias más normales el triunfo del domingo habría sido para su compañero Lewis Hamilton.
No obstante, pocos debieron imaginar que el trazado de Silverstone se encargaría de confirmar, como ningún otro hasta aquí, las serias limitaciones de resistencia y seguridad que plantean los neumáticos Pirelli de este año.
Cuatro neumáticos traseros izquierdos de igual número de monoplazas reventados en carrera, incluido el del líder Hamilton, elevaron la tensión entre las escuderías ante el riesgo de un accidente que podía tener consecuencias lamentables.
Una vez concluido el gran premio, cuyos resultados fueron diferentes de las previsiones originales debido a la cantidad de incidentes, las críticas al proveedor de neumáticos se multiplicaron y subieron de tono.
A los reclamos de los pilotos y equipos se sumaron los de la prensa y de los aficionados, pues a la falta de seguridad se suma la desnaturalización de un espectáculo en el que, tradicionalmente, las llantas no han sido una debilidad ni una amenaza.
Hasta el cierre de esta edición, el fabricante italiano desconocía las causas por las cuales el problema de sus gomas pasó de una acelerada degradación a una latente posibilidad de desintegración.
Paúl Hembery, director de Pirelli, declaró que una vez concluida la carrera británica, la marca inició una investigación exhaustiva acerca de las causas que motivaron los reventones del fin de semana, tanto en carrera como en los ensayos libres.
Mientras tanto, los representantes de las escuderías tomaron diversas posiciones, pero siempre desde la perspectiva del cuestionamiento y de la búsqueda de una solución urgente al problema.
Christian Horner, director de Red Bull, instó a que Pirelli regresara al tipo de neumáticos que proveyó hasta la temporada anterior, con el fin de evitar otros potenciales riesgos derivados de la experimentación con nuevos compuestos.
Por su parte, Martin Whitmarsh, principal de McLaren, incluso habló de un posible boicot de los equipos para impedir la realización del GP de Alemania, mañana en Nurburgring, si la firma italiana no pudiera garantizar la seguridad y el buen desempeño de sus productos.
La propuesta de Horner pudiera ser una alternativa válida, pues el desarrollo de nuevos compuestos requiere algún tiempo.
Columnista invitado, Alfonso Cucalón
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Desde los inicios del automovilismo deportivo, Inglaterra fue la cuna de grandes marcas. Allí se desarrollaron las aplicaciones aerodinámicas a los F1 derivadas de la aeronáutica, creando un capital tecnológico que atrajo a muchos equipos.
Salvo Ferrari, Toro Rosso y Sauber, todos tienen allí su sede, consideran a Silverstone su casa y quieren lucirse ante su afición. Pero el GP de Gran Bretaña trajo emociones contradictorias, con desventuras que decepcionaron a unos y beneficiaron a otros.
El héroe local, Hamilton, mostró estar en condiciones de dominar la carrera, pero fue perjudicado por la explosión de uno de sus neumáticos, incidente que también afectó a Felipe Massa.
Más tarde vendrían otros incidentes similares, pero en ese momento se vivió un nerviosismo generalizado: algunos equipos adelantaron los cambios programados, otros impartieron consignas a sus pilotos de evitar los bordes de pista.
Vettel heredó la punta seguido por un Rosberg siempre amenazante. Infelizmente para él y felizmente para la carrera, la caja de cambios de su Red Bull se rindió a 11 vueltas del final, causando la intervención del auto de seguridad, que reagrupó el pelotón al que se habían unido Alonso, Webber y Hamilton.
Sin la preocupación de la duración de las llantas ni cálculos de estrategias, los pilotos se emplearon a fondo y nos brindaron uno de los mejores finales de los últimos tiempos.
La segunda victoria de Rosberg en el año muestra que los Mercedes se posicionan como serios candidatos a triunfos en lo que queda de la temporada.
Pero el mal rato de las roturas de llantas evidenció que están soportando mal las exigencias de la F1. Las necesidades del espectáculo han llevado a sacrificar duración en beneficio del desempeño, pero la seguridad no puede admitir concesiones. La FIA tendrá que exigir a Pirelli la adopción de correcciones urgentes.