El robo de vehículos es en la actualidad uno de los delitos más frecuentes en el Ecuador, a juzgar por la cantidad de denuncias que a diario recepta la Policía Judicial.
En las ciudades grandes como Quito y Guayaquil el parque automotor se renueva y crece permanentemente, lo cual proporciona a la delincuencia un ámbito de acción cada vez mayor.
A pesar de que los modelos de nueva generación incluyen sofisticados sistemas de seguridad orientados a evitar estos inconvenientes, las técnicas empleadas por los delincuentes suelen mejorar paralelamente, haciendo que los robos totales o parciales de vehículos sigan produciéndose.
Pero esto de ningún modo quiere decir que los propietarios deban resignarse a ser, tarde o temprano, víctimas de la acción delincuencial. Así como los accidentes de tránsito, la incidencia de los robos también puede reducirse drásticamente mediante las buenas prácticas y hábitos de los usuarios pueden adquirir o incrementar.
En el orden de sus prioridades, los ladrones tienen como consigna atacar primero a quienes evidencian despreocupación o descuido. Por eso, un auto parqueado en un lugar desolado, incluso a plena luz del día, es un blanco fácil para perpetrar la sustracción.
Por eso, las personas que llevan objetos de valor en los asientos del auto u otros lugares visibles son candidatos potenciales al ‘bujiazo’, que consiste en romper un vidrio, extraer el objeto y darse a la fuga. Y todo esto en un tiempo récord.
Las detenciones en los semáforos son aprovechadas para el cometimiento de este delito, por lo cual conviene ocultar todo lo que llame la atención y mantenerse atento a lo que suceda alrededor del auto, sobre todo en la noche.
También conviene no mantener rutas fijas hacia su lugar de destino y dejar espacio detrás de otros autos al detenerse, por si tuviera que realizar una maniobra evasiva.
Nunca está demás incluir dispositivos de seguridad que actúan como elementos disuasivos y, de ser posible, contratar una póliza de seguros contra todo riesgo.