1970-1979
La promulgación de la Ley de Fomento al Sector Automotor, durante el quinto y último mandato del presidente José María Velasco Ibarra, marcó el nacimiento de la industria automovilística ecuatoriana.
A ello se sumó el impulso brindado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para que los países de la región iniciaran procesos de industrialización por sustitución de importaciones, con el fin de promover el crecimiento de sus economías. Así, en 1970 se fundó la empresa Autos y Máquinas del Ecuador (Aymesa), que inició sus operaciones de ensamblaje de vehículos en 1973 con el Andino, en sus versiones pick-up y familiar (Miura).
El proyecto fue concebido por el constructor estadounidense General Motors como un medio de transporte básico para motorizar a los países en vías de desarrollo.
Dos años después nació Ómnibus BB, que inicialmente se dedicó a fabricar buses de la firma estadounidense Blue Bird. La industria nacional se fortaleció en 1976 con el aparecimiento de una tercera ensambladora denominada Manufacturas, Armadurías y Repuestos del Ecuador (Maresa), cuya actividad se centraba en el ensamblaje de camiones Mack.
Para finales de la década, Aymesa empezó a producir el Chevrolet Cóndor, un sedán de dos puertas y carrocería de fibra de vidrio derivado del Opel Kadett alemán, que representaba un gran paso en la modernización de la industria, en relación con el espartano Andino.
1980-1989
El inicio de esta década coincidió con la inauguración de la planta de ensamblaje para vehículos livianos de Ómnibus BB, en donde empezó a producirse la Blazer K5 y más adelante el todoterreno Trooper de Chevrolet. Aymesa, por su parte, continuó sus procesos de mejoramiento y en 1981 presentó el Chevrolet Chevette, un cupé de carrocería metálica y orientación familiar.
Los buenos resultados comerciales de este vehículo allanaron el camino para la llegada del San Remo, desde 1984. Este sedán, moderno y con capacidad para cinco ocupantes, se ganó la preferencia de una gran cantidad de usuarios. A partir de 1986, las tres ensambladoras nacionales diversificaron notablemente su producción. Maresa empezó a producir camionetas Mazda Serie B y Ford Courier, mientras que Ómnibus BB arrancó la producción de la Chevrolet Luv.
En su etapa final, la década estuvo marcada por el cierre a las importaciones de vehículos, en paralelo al proyecto gubernamental del Auto Popular, que impulsó la producción de los célebres Suzuki Forsa (Ómnibus BB) y Fiat Uno (Maresa) a partir de 1988.
Ambos rompieron los paradigmas existentes hasta ese momento en el sector, pues demostraron que un auto pequeño equipado con un motor de hasta 1 100 cm³ podía desempeñarse cabalmente como vehículo familiar. A finales de los años ochenta, Maresa también ensambló vehículos Mitsubishi Lancer y camionetas Toyota Stout.
1990-1999
Los años noventa consolidaron al Suzuki Forsa y al Fiat Uno como los vehículos más demandados por los usuarios. No obstante, las ensambladoras ampliaron su oferta para tratar de suplir la demanda generada por la no disponibilidad de modelos importados.
En 1991 inició sus operaciones la Corporación Ensambladora Automotriz Nacional (Coenansa), en su planta de Manta, para tomar la posta a Maresa en la producción de vehículos de la marca Fiat. En 1992, con la reapertura de las importaciones de vehículos, las cuatro ensambladoras nacionales realizaron importantes inversiones con el fin de producir modelos más avanzados y no perder terreno ante los autos extranjeros. Así, el Chevrolet Swift, el Mazda 323 y el Fiat Premio irrumpieron con fuerza en el segmento de sedanes. [[OBJECT]]
La importación de vehículos amplió considerablemente las opciones y también posibilitó el ingreso de nuevas marcas al mercado ecuatoriano, tales como las coreanas Hyundai y Daewoo. En la segunda mitad de la década se evidenció un cambio tecnológico significativo, pues muchos vehículos nuevos empezaron a incorporar sistemas de alimentación de combustible por inyección electrónica y catalizadores de gases. El feriado bancario y posterior crisis financiera de 1999 afectaron a todos los sectores de la economía nacional, y el automotor no fue la excepción. Las ventas de vehículos cayeron a 13 672 unidades, en relación con las 47 985 de 1998.
2000-2009
Con la estabilidad derivada de la dolarización de la economía nacional, en el 2000, el sector automotor creció de manera progresiva. La disponibilidad de créditos de consumo hizo más asequible la compra de vehículos nuevos para la clase media, dinamizando así la industria y el mercado.
Durante la primera década del siglo XXI también se consolidó la tendencia de los SUV. Mientras que en el 2001 la participación de este segmento en el mercado automotor ecuatoriano era de un 14%, para el 2009 prácticamente se duplicó al 27%, convirtiéndose así en el segundo más importante después del de automóviles.
La modernización de los diseños y las tecnologías se hizo evidente con el acortamiento de los plazos para la renovación de modelos en todos los segmentos, especialmente en los de mayor demanda. Incluso los vehículos de trabajo como las van y las camionetas recibieron actualizaciones importantes para conservar las preferencias de los nuevos usuarios, más conocedores y exigentes. A finales de la década, el mercado automotor nacional sobrepasó las 100 000 unidades anuales, debido a una gran demanda y a una oferta muy diversificada. Hoy en día el Ecuador es cada vez menos ajeno a las nuevas tendencias de la industria mundial.
En el 2009 debutaron los primeros vehículos de propulsión híbrida pertenecientes a diferentes segmentos, los cuales se beneficiaron de exenciones tributarias.