La carrera por conservar el título vigente del Mundial WRC se inició para Sébastien Ogier con una victoria en Montecarlo, el fin de semana pasado.
A pocos pasos del campeón se situaron su compatriota Bryan Bouffier, a bordo de un Ford Fiesta RS, y el británico Kris Meeke (Citroën DS3), segundo y tercero respectivamente.
De esta forma, el francés consiguió su segundo triunfo en el Principado, pero el primero en el Mundial WRC. Y es que en el 2009, año en el que también corrió en este escenario, Ogier ganó al volante de un Peugeot 207 pero el Challenge Intercontinental de Rallies (IRC).
Ya sobre la carretera se observó una dura competencia por el primer lugar hasta el noveno tramo cronometrado, en el que Bouffier se dio un trompo con su vehículo. A partir de ese momento, el camino para Ogier fue más cómodo y tranquilo.
La poca emoción que aún le restaba a la competencia terminó el sábado al mediodía después de que Ogier consiguiera los dos mejores tiempos en la tercera y última jornada, en los dos primeros tramos (el 12 y el 13).
Según las declaraciones del campeón, en esta parte de la carrera no corrió ningún riesgo, lo que le dio una ventaja de un minuto sobre Bouffier.
Por su parte, el piloto de Ford resaltó la importancia de haber obtenido el segundo puesto. “Es un gran resultado. Nos hemos peleado contra los equipos oficiales y contra los mejores pilotos. No hubiera sido posible sin el enorme trabajo de todo el equipo”, comentó Bouffier.
Con una carrera casi perfecta para ser su primer Rally de Montecarlo, y a bordo de un Citroën DS3 oficial, el británico Kris Meeke completó el podio en el tercer puesto.
Con este resultado, Meeke auguró un gran inicio de la primera temporada después de la era Loeb en el WRC. Sin duda, los equipos aún afinan sus motores para rendir mucho más.
Fuente: agencia AFP