El transporte en las ciudades debe sujetarse a las normas que determina la autoridad.
Si bien prácticamente todas las áreas pobladas tienen requerimientos comunes de movilidad que deben ser atendidos, cada una tiene particularidades físicas, geográficas, climatológicas, etc., que inciden en las regulaciones de las administraciones locales y que deben ser consideradas por los operadores del transporte de carga.
Así, el tamaño de los vehículos puede ser determinante en una ciudad con vías angostas y espacios reducidos, especialmente en áreas de gran concentración de las actividades comerciales.
El Centro Histórico de Quito es un ejemplo puntual. Hace varios años, el Municipio capitalino expidió una ordenanza que prohíbe la circulación de vehículos de un determinado tamaño y tonelaje en ciertas vías y a ciertas horas, con el fin de evitar la caotización del tránsito.
Ello motivó la utilización de vehículos livianos y medianos para las labores cotidianas de distribución y reparto, mientras que los vehículos de gran tamaño y capacidad de carga solo pueden ingresar a la ciudad para cargar y descargar en horas de la noche.
A partir de entonces, la oferta de camiones pequeños y medianos aumentó considerablemente en el mercado local, como respuesta a la creciente demanda.
Una gran variedad de marcas y modelos con diferentes tonelajes y configuraciones está a disposición de los clientes interesados en iniciarse en la actividad, o de quienes ya la desempeñan pero requieren renovar sus unidades.
La alta diversificación de las sociedades urbanas del país, especialmente en las ciudades más grandes, requiere de la disponibilidad de vehículos que atiendan de manera satisfactoria una amplia gama de necesidades.
En el sector del transporte, quienes están en capacidad de ofrecer esos servicios de manera ágil, oportuna, segura y además disponen de las herramientas apropiadas, tienen el éxito asegurado.