Escoger la moto apropiada no suele ser una tarea fácil, pues, al igual que en los autos, muchos usuarios se dejan llevar por criterios como la apariencia y el precio.
Equivocarse en ese proceso no solo implica un desperdicio de dinero, sino que también puede convertirse en una experiencia desagradable desde el punto de vista del disfrute y la seguridad.
Lo primero es determinar el uso que se le dará al vehículo. Si será una moto para usar todos los días o solo esporádicamente, si se le dará un uso urbano, de carretera o por caminos secundarios, si será para trabajo, para paseo u otras actividades específicas, etc.
También es importante tomar en cuenta si el conductor viajará solo o si llevará a un pasajero con frecuencia. En este caso, el confort que ofrezca el modelo adquiere una gran relevancia.
Otro aspecto básico a considerar es el nivel de experiencia que tiene el usuario en motos, pues un principiante debe procurar no involucrarse con motos muy grandes, muy pesadas o muy potentes hasta desarrollar la destreza necesaria para ponerse al mando de una.
Para ellos están recomendados los modelos que no excedan los 250 cm3 de cilindrada, pues se consideran motos más sencillas de guiar y dominar por parte de usuarios no expertos.
Las motos, como la ropa, deben ajustarse a las medidas del conductor. La mayoría de modelos se diseña para que usuarios de diferente estatura puedan conducirlas (alcanzar el piso o los pedales), pero hay casos en las que eso no sucede cuando los usuarios son muy altos o muy bajos.
Una moto pequeña podría resultar bastante incómoda para un usuario muy alto, que deberá realizar ciertas maniobras arriesgadas para curvar, arrancar o frenar.
Por el contrario, una moto grande, con el asiento en una posición muy alta respecto del suelo, causará varios inconvenientes a un conductor de baja estatura. La dificultad para asentar los pies en las detenciones suele restar confianza y hasta resulta peligrosa.
El presupuesto disponible determina la posibilidad de comprar una moto nueva o de segunda mano. Para las personas que empiezan a involucrarse en el mundo de las dos ruedas, un modelo usado puede ser una alternativa interesante, ya que el proceso de aprendizaje resulta menos costoso.
Es importante tomar en cuenta que al valor de la moto hay que sumarle el de los accesorios de seguridad complementarios, entre los que se cuentan un buen casco, guantes, botas, chaqueta y protectores para los codos, las rodillas y el pecho, según la actividad que se quiera desarrollar y el nivel de riesgo que implique.
Y algo muy importante: la moto debe ser de completo agrado del usuario en el apartado estético.