Los pescados y los mariscos son la especialidad gastronómica en La Manga del Cura. Foto: Telmo Arévalo Cuesta
Con motivo de la consulta popular llevada a cabo en La Manga del Cura el pasado 27 de septiembre, para definir si sus habitantes querían pertenecer a Guayas o a Manabí, comenzó a sonar en los medios el nombre de esa población, así como los de unas simpáticas cascadas del sector.
Como esa nueva atracción turística me llamó la atención y quería conocerla, investigué un poco hasta que conseguí la información que necesitaba. En el feriado de noviembre del año pasado fui en busca de aquel rincón tan nombrado: el esfuerzo valió la pena.
Si partimos desde Quito, debemos tomar la carretera Panamericana Sur y, por Alóag, trasladarnos hasta Santo Domingo de los Tsáchilas, o desde el norte de la capital se puede tomar la vía Calacalí – La Independencia para llegar a esa ciudad. Desde ahí seguimos por la carretera E25 o Troncal de la Costa, rumbo a Quevedo.
Cruzaremos los pequeños poblados de Luz de América y Patricia Pilar, hasta llegar a Los Ángeles, en un trayecto de 56 kilómetros que nos tomará una hora de viaje, aproximadamente.
En cada poblado citado se nos ofrece una gran variedad gastronómica: bolones de verde rellenos de queso o de chicharrón, empanadas de verde y pan de yuca crocante, todo acompañado de café pasado recién preparado.
Todo aquello es parte de la deliciosa gastronomía costeña ecuatoriana, elaborada por orgullosos representantes de las etnias mestiza, afro y montuvia, que atrae tanto a propios como a extraños y forma parte de nuestras tradiciones.
En Los Ángeles, un letrero nos señala un desvío por un camino recientemente pavimentado que conduce hasta la población de nuestro destino. La vía atraviesa ríos y riachuelos con sus respectivos puentes, así como bosques tropicales y parajes muy acogedores con un clima muy agradable. Son 12 kilómetros de recorrido, en total.
La Manga del Cura, o recinto el Paraíso La 14, que es su nombre real, es un típico pueblo costeño donde el tiempo parece transcurrir despacio, aunque se destaca el bullicio de la gente alegre de la provincia de Manabí. Los árboles frondosos, las flores de colores y las aves que alegran con sus trinos adornan el parque central.
Como siempre, los edificios más importantes de la población rodean al parque, y entre ellos sobresale la iglesia, que en su parte frontal exhibe un busto del padre Alberto Ferri Caravelí, importante impulsor del cristianismo en ese recinto.
Cabe señalar que el singular nombre del pueblo se debe a que hace más de 70 años el párroco de Calceta, padre Luis María Pinto, abrió una trocha o ‘manga’ hasta ese sitio, a fuerza de machete, para avanzar en su catequesis.
El recinto Paraíso La 14 conmemora su creación cada 12 de octubre, aunque en realidad fue fundado el 8 de agosto de 1964. La economía de este pueblo gira en torno a la ganadería, la producción de palma para aceite, la siembra de maíz, arroz, cacao, café, banano y otras frutas tropicales, debido a que es una tierra muy fértil y generosa. Allí también se producen maderas de alta calidad, como el laurel y el palo de balsa.
En el apartado turístico cabe resaltar a las hermosas cascadas del Salto del Armadillo y la Chorrera del Pintado. También se puede visitar la laguna artificial que forma el embalse de la represa Daule-Peripa, que está muy cerca.
En la comida se destacan el arroz con menestra, carne asada y patacones; el seco de gallina criolla; la tonga de pato (que se prepara con arroz y el pato cocinados y envueltos en hoja de plátano), y una gran variedad de platos hechos con pescados de río y mariscos.
En la siguiente edición les relataré en detalle la visita a las mencionadas cascadas.