Tras su finalización, el Rally Dakar 2016 dejó diferentes sensaciones y criterios entre los organizadores, los pilotos y los aficionados. La influencia del fenómeno de El Niño en el centro y norte de Argentina alteró todas las previsiones, y en lugar de zonas desérticas ofreció fuertes tormentas, ríos crecidos e inundaciones, que motivaron cambios de última hora tales como el recorte de etapas.
Para la organización, aunque no ofreció las condiciones que se esperaban, definitivamente fue un Dakar duro. Esta afirmación se basa en el hecho de que el 64% de los competidores terminó la prueba, a diferencia del 67% que la completó hace tres años, cuando la participación de Perú y Chile en la ruta dibujó un Dakar más “habitual”.
Los pilotos y equipos, por su parte, debieron alterar la puesta a punto de los autos ante el inesperado cambio de tierra y arena por agua y lodo, que indudablemente perjudicó el espectáculo esperado por el público asistente y televidente.
Talvez sea por ello que, paralelamente a las negociaciones con otros países de la región, la organización contempla un eventual regreso del Dakar a África, pero esta vez al sur, donde la inestabilidad del clima ni el terrorismo amenacen su realización.