El polvorín de Oyacoto

Si hasta hace poco se pensaba que en los taludes de Oyacoto, en la Panamericana Norte, no se necesitaba colocar mallas de protección (que sí existen cerca del puente sobre el río Guayllabamba), el deslizamiento de tierras del pasado domingo debería motivar una revisión de ese criterio.

Las explicaciones preliminares de las causas del aluvión, que se cobró la vida de dos personas, dieron cuenta de que a la caída de lluvias -tres veces superiores a las registradas en la misma temporada del año anterior- se sumó la existencia de botaderos clandestinos de escombros y de basura en la parte alta de la montaña.

Pero, ¿era necesario que sucediera una tragedia para que las autoridades se dieran cuenta de que el sector era una bomba de tiempo? Y la lista de víctimas pudo ser mucho mayor, si se considera que 50 vehículos quedaron atrapados en la vía y que el material que descendió por las laderas cubrió casi 2 kilómetros de la carretera.

La topografía de Quito y de la Sierra, en general, configura muchas áreas con riesgos similares a Oyacoto. A partir de lo sucedido ahí deberían implementarse sistemas de prevención de riesgos en todos los puntos críticos.

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