La lluvia de Hungría alteró los pronósticos

Daniel Ricciardo  sumó su segundo triunfo del año, después del de Canadá.

Daniel Ricciardo sumó su segundo triunfo del año, después del de Canadá.

En una temporada domina­da por un solo equipo, las ­mejores y más emocionantes carreras suelen estar condicionadas por circunstancias inesperadas que alteran los resultados previstos.

Tal fue el caso del Gran Premio de Hungría, donde la fuerte lluvia que cayó sobre el trazado de Hungaroring, poco antes del inicio de la prueba, dio paso a una serie de acontecimientos que marcaron su desarrollo y desenlace.

El agua acumulada en ciertos sectores de la pista suele causar problemas a los pilotos, que no muestran su mejor desempeño sobre piso húmedo.

Tal fue el caso del sueco Marcus Ericsson (Caterham) y del mexicano Sergio Pérez (Force India), cuyos accidentes en las vueltas 7 y 22, respectivamente, motivaron el ingreso del auto de seguridad con las consecuentes alteraciones de las posiciones en pista.

Por otro lado, la presencia de agua contribuye a que la temperatura del asfalto descienda y, en consecuencia, a que el desgaste de los neumáticos sea menor.

De esa manera, la cantidad de detenciones programada por cada escudería para sus pilotos se altera, pues una llanta más fresca puede durar más vueltas.

Esa situación benefició a pilotos como Daniel Ricciardo (Red Bull) y Fernando Alonso (Ferrari), que estiraron el rendimiento de sus neumáticos hasta recibir la bandera a cuadros primero y segundo, respectivamente.

Sobre una superficie totalmente seca, el español difícilmente habría logrado subir al podio, pues en esas condiciones los Red Bull y los Williams han mostrado un desempeño ampliamente superior.

No obstante, las condiciones climáticas o las características de cada trazado siempre ayudarán a unos y complicarán a otros.

Hasta el 24 de agosto, en Italia, los equipos intentarán introducir las últimas mejoras en sus autos, de cara a la recta final del año.

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