El Municipio de Quito estudia la posibilidad de incrementar las tarifas del transporte público urbano y rural, las cuales están congeladas desde hace casi 15 años. Si bien el tiempo transcurrido, los costos operativos y la necesaria rentabilidad justifican la elevación de los costos, a los ciudadanos no se les hace justo pagar más por un servicio que todavía deja mucho que desear.
No obstante, para posibilitar que los pasajes de bus locales sean los terceros más baratos de Sudamérica, el Cabildo capitalino invierte USD 20 millones anuales en subsidios, lo cual impide que esa cifra se destine a otras obras que también requiere la ciudad y que deben quedar relegadas.
Por este motivo, en los próximos meses tanto la Secretaría de Movilidad como el Concejo Metropolitano tendrán la difícil tarea de encontrar una fórmula que permita equilibrar las expectativas de los transportistas y de los usuarios. Estudios realizados en la ciudad dan cuenta de que estos últimos estarían dispuestos a pagar algo más por un servicio de calidad, pero lo que el gremio del transporte ha hecho respecto de ese tema aún es insuficiente.
Ojalá la motivación económica sea el factor que permita elevar el nivel del transporte público.