Las primeras lluvias del invierno 2015 – 2016 empezaron a causar estragos en las vías de Quito. No son pocas las calles y avenidas que lucen ‘adornadas’ con baches de diferentes tamaños, los cuales continúan agrandándose en la medida en que las lluvias aumentan en frecuencia e intensidad.
Es hora de que el Municipio capitalino plantee un cambio en la manera como se lleva a cabo el mantenimiento vial en la ciudad, pues el deterioro de la calzada es un problema que suele presentarse casi todos los años en estas fechas. No es que no se realicen las labores de bacheo, pero sus efectos no son duraderos ante la recurrencia de las lluvias y el mismo tránsito de los vehículos.
El problema no es sencillo de atender, pues la capa asfáltica debe soportar temperaturas extremas (intenso sol en el día y bajas temperaturas en la noche y con las lluvias), que hacen que se expanda y contraiga permanentemente. Ello obligaría a utilizar materiales de mejor calidad o con propiedades diferentes para optimizar su resistencia.
Sería una solución más costosa, pero también perdurable. Lo otro es continuar como hasta ahora, con medidas ‘parche’ (en el sentido literal), que deben aplicarse permanentemente.