Ya no se trata solamente de los baches en las calles y avenidas de las ciudades como consecuencia de los fuertes aguaceros diarios. Ahora son tramos de importantes carreteras arrasados por deslaves y ríos desbordados, que dejan incomunicadas y desabastecidas a poblaciones enteras, como sucedió esta semana en El Oro y Loja.
Una buena parte de la vialidad nacional está en crisis y el panorama es poco alentador. El país soporta los efectos de un invierno cuya crudeza no estaba prevista, pero aunque hubiera sido así, ni los gobiernos seccionales ni el Gobierno central disponen de los recursos necesarios para ofrecer soluciones definitivas y de corto plazo para los bienes públicos afectados por la fuerza de la naturaleza.
En Quito, se estima que el costo de la repavimentación de todas las vías que ya cumplieron su vida útil asciende a USD 7 000 millones. Esto equivale al presupuesto del Municipio de 10 años, o a tres veces el valor de la construcción del Metro.
No obstante, en el caso de la ciudad, la alternativa más urgente y económica es el bacheo, aunque se sabe que es solamente una solución temporal. En el caso de las vías cortadas el tema se complica y mucho. Veremos qué opciones se plantean.