En los camerinos del coliseo Julio César Hidalgo, los entrenadores de la UTE y JG Bolívar no pararon de moverse, gritar, gesticular y tomarse la cabeza con las manos. Los jugadores, que se enfrentaron el pasado martes por la Liga nacional, disputaron cada balón como si fuera el último.
En las gradas, los pocos aficionados que llegaron al tradicional escenario quiteño disfrutaron con el desarrollo de un cotejo que se definió en el tiempo extra.
En los camerinos, el baloncesto profesional se vive con bastante tensión. Los jugadores, sentados y con toallas sobre la nuca, atienden las indicaciones de sus entrenadores. Luego de las charlas y las indicaciones tácticas, los jugadores gritan a favor de su club y salen llenos de energía a la cancha.
Sin embargo, antes del partido había tranquilidad, frío y silencio en el escenario deportivo.
Los visitantes llegaron al coliseo a las 18:30 de anteanoche. El equipo guarandeño partió hasta la capital en dos furgonetas, el martes, después de almuerzo. Tras cuatro horas y media de viaje los deportistas llegaron al coliseo.
A las 19:00 los jugadores del JG Bolívar empezaron el calentamiento. Unos minutos más tarde comenzaron a llegar los locales de la UTE. A pesar de ser rivales en la cancha, los jugadores de ambos clubes son amigos, se saludan entre sí y hasta se hacen bromas.
A las 19:30 ambos equipos estaban practicando en la cancha.
A esa misma hora los primeros aficionados al baloncesto empezaron a llegar. Los seguidores ingresaban con chompas, gorras y bufandas. A la par, la Selección ecuatoriana de fútbol jugaba con Venezuela. Quizás por esa razón solo 120 aficionados llegaron al coliseo para disfrutar del cotejo.
Los jugadores se dirigieron a los camerinos a las 19:45. Allí, mientras tomaban bebidas hidratantes, los técnicos les dieron las últimas instrucciones. Más que una charla táctica, John Escalante, DT local, dio ánimos a sus pupilos.
En el entretiempo, Escalante esperó a que todos sus jugadores llegaran al camerino y cerró la puerta. Se lo notaba molesto. “¡Cómo es posible que Malatay nos haga tantos puntos!”, les dijo, severo.
Entonces Ignacio Pérez, uno de sus asistentes, indicó que Aníbal Malatay, un guayaquileño de 20 años que refuerza al JG Bolívar, había convertido 18 puntos.
Escalante entonces le preguntó: “Nacho, ¿cuántos puntos de quiebre nos hicieron?”. El asistente no alcanzó a dar una respuesta porque Escalante empezó a dibujar en una pizarra la forma en la cual debían ubicarse los jugadores.
Los locales regresaron a la cancha cuando faltaban aún siete minutos para el reinicio del juego. Los visitantes se tomaron los 12 minutos del descanso.
Cuando sus jugadores salieron del camerino, Diego Riboldi, DT de los visitantes, encendió un cigarrillo y le dio unas cuántas pitadas. Botó la colilla en un basurero y salió apurado a la cancha.
El final del partido fue emotivo. En los últimos segundos Bolívar empató el cotejo.En el tiempo extra, UTE venció 90-86.
Después del partido los jugadores de ambos equipos se despidieron con la misma cordialidad que en principio se habían saludado.