Ubicada a poca distancia del aeropuerto, esta población ofrece una hermosa playa y deliciosa comida
Era todavía temprano y hacía un calor moderado. El sol daba de lleno y la playa invitaba a sumergirnos en las azules aguas del mar. El horizonte nos permitía ver dos barcos en la distancia que lentamente avanzaban hacia el sur, y parecía que un grupo de gaviotas formadas en ‘v’ seguían sus pasos.
De pronto, la voz de una mujer que me llamaba me hizo voltear y me sustrajo del deleite que sentía ante el panorama que contemplaban mis ojos: la comida estaba servida. Era un espectacular plato que contenía langosta, langostinos, camarones de río y almejas, todo embebido en un líquido lechoso con un agradable aroma a coco y plátano.
Estábamos en uno de tantos comedores de Camarones, un pequeño poblado al norte del aeropuerto de Tachina, en Esmeraldas.
Amigos aventureros, a quienes nos gusta viajar y en pocas horas disfrutar del mar en una gran playa para nosotros solos, buena y exuberante comida, una temperatura agradable y la comodidad del descanso, la paz y tranquilidad que todo esto nos pueda dar, recomiendo ir hasta este pintoresco pueblo de nuestra Costa.
Está ubicado a pocos minutos del aeropuerto, pero a la vez lejos del bullicio de las playas más conocidas y frecuentadas de la provincia, que muchas veces están atestadas de bañistas. Ahí, en ocasiones resulta difícil acomodarse y hasta encontrar buena comida o a buen precio.
Para llegar allá, partimos desde Quito por cualquiera de las dos rutas que nos llevan a la ‘Provincia Verde’. Es decir, podemos tomar la carretera Panamericana Sur o E35 hasta Alóag, y de ahí seguir la carretera E20 que lleva a Santo Domingo de los Tsáchilas, La Concordia, Rosa Zárate (Quinindé), Viche y San Mateo.
Desde ese punto se debe tomar la ruta E15, a la derecha, que nos lleva hasta el aeropuerto, y un poco más allá llegamos a Camarones.
La segunda opción parte al norte de Quito, y por San Antonio de Pichincha tomamos la carretera E28 que une a Calacalí, Nanegalito, San Miguel de los Bancos, Pedro Vicente Maldonado, Puerto Quito, y la Concordia. Desde esta población se debe seguir el resto de la ruta anterior.
Ambos trayectos presentan carreteras en buen estado general, aunque en época de lluvias siempre es mejor reducir la velocidad por el riesgo de deslaves, el alto tráfico y lo resbalosa que pueda ponerse la calzada.
Asimismo, en todos los pequeños poblados que encontramos a los costados de las vías mencionadas, la buena comida con platos típicos de cada lugar se nos ofrece con buen agrado. Una gran variedad de frutas es lo que más se encuentra: plátanos, oritos, naranjas, mandarinas, piñas, melones, sandías, zapotes, guanábanas, guabas ‘machete’, aguacates, guayabas rosadas, etc. hacen las delicias de chicos y grandes.
Ya en el poblado de Camarones, la excelente comida hecha a base de mariscos y pescados deleita todos los sentidos. Podemos servirnos un buen filete de pescado frito o apanado, al jugo o encocado; los cebiches preparados con crustáceos y moluscos son muy variados: camarones, langostinos, langostas y almejas, ofrecidos en diversas presentaciones, satisfarán hasta a los paladares más exigentes.
El pueblo, como tal, no es grande. Aparte de un pequeño parque con sus banquitas para descansar y conversar, ubicadas bajo unos arbustos que dan sombra, no tiene mucho más para ofrecer.
Sin embargo, la playa es su mejor carta de presentación, y a la final es eso lo que los turistas buscamos en nuestras costas.
Esta playa es diferente de lo que se suele ver en otros lugares, ya que, aparte de estar conformada por una arena muy suave, permite la formación de arrecifes, a manera de pequeñas piscinas, y al bajar la marea los chiquillos se meten en ellos, de manera individual. En este paraíso, casi desconocido, quisiéramos que el tiempo no transcurra.
Las suaves olas, el agradable viento fresco, el sabroso sol ecuatorial y la tibieza del agua forman un conjunto de sensaciones deliciosas que obligan a soñar con quedarse a vivir allí para siempre.
20 kilómetros al norte, por la misma vía, está ubicado el pueblo de Rioverde, muy parecido a Camarones, aunque bastante más grande. También nos ofrece una amplísima playa de aguas extremadamente tranquilas.
Ahí tenía una de sus residencias el famoso pintor ecuatoriano Gonzalo Endara Crow, creador de reconocidas obras plásticas y hasta de esculturas como el Choclo y el Colibrí, en Sangolquí.
Un poco más al norte se llega al balneario Bocana de Lagarto, sitio estratégico para los esmeraldeños que desean bañarse en las tranquilas aguas del río Mate, donde también se disfruta de una excelente gastronomía, compuesta especialmente por cangrejos azules propios del sector.
Eso es todo por esta ocasión. No olvidemos ser responsables en las vías, con nosotros mismos, con los demás y en especial con el medioambiente. Hasta la próxima.