Diego Lara se entrenó la noche del miércoles con los árbitros de Pichincha, en Quito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Omar Ponce, Carlos Orbe, Roddy Zambrano y Juan Albarracín tienen escarapela FIFA y no fueron designados para pitar los partidos del torneo de este fin de semana. Tampoco fueron asignados experimentados como Diego Lara.
Los réferis del país son observados con rigurosidad por la Comisión de Arbitraje de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) por sus decisiones en las últimas jornadas.
Por ello, Ponce, Zambrano, Edwin Bravo, Byron Romero, José Espinel y Christian Lescano, incluso, fueron enviados a clínicas de arbitraje. Esto ocurre cuando obtienen malas calificaciones, en sus partidos.
La Comisión mantendrá la rigurosidad para calificar a los jueces en las últimas cuatro fechas, donde los clubes se disputarán el paso a la final y la clasificación a torneos internacionales. “Habrá cero tolerancia”, expresó Pepe Mosquera, presidente del organismo. “Por disposición de la FIFA no oficializamos los nombres de los jueces sancionados o los partidos que son suspendidos. Ustedes (periodistas) se dan cuenta porque no los ven en las designaciones”, agregó.
Las instancias finales del torneo generan mayor presión entre los colegiados, reconoce Félix Badaraco, instructor. Él examinó a los colegiados en las pruebas del martes pasado, en Guayaquil.
Los árbitros rinden cuatro tests físicos y técnicos, durante el año. Son obligatorios para mantener su escalafón.
En Ecuador, hay 750 árbitros avalados por la FEF, según Mosquera. 75 de ellos dirigen en la Serie A y 40 pitan en la B. El resto dirigen en Segunda, tercera y cuarta categoría y los torneos infantiles.
“Es ahora cuando se debe trabajar con mayor entereza, en la etapa definitoria”, expresó el instructor Badaraco.
Luis Muentes, presidente de la Asociación de Árbitros de Fútbol, reveló que los colegiados revisan sus errores en las clínicas. La intención es que se enfoquen en sus errores para evitar volverlos a cometer.
El proceso se inicia con una retransmisión ininterrumpida del partido. Luego, se hace una revisión específica de las jugadas polémicas.
Los sancionados evitan hablar sobre sus resoluciones y fallos. Algunos de ellos, sin embargo, defienden que el arbitraje está sujeto constantemente a la crítica.
Lara, quien tiene 39 años y lleva 19 en el arbitraje, expresa que los jueces se preparan para afrontar las críticas. Algunos, como él, han costeado por su cuenta ayuda psicológica.
Para Lara, su oficio trae satisfacciones y conflictos, en ocasiones. Él recuerda, por ejemplo, que tras dirigir un partido entre el Deportivo Quito y Barcelona hace cuatro años, sus familiares fueron amenazados. Al bazar, donde trabajaba su esposa, fueron personas para amedrentarla.
“Con los años vamos madurando y aprendemos a sobrellevar los reclamos que recibimos de los hinchas”, expresa Lara. Él es economista de profesión y trabaja junto a su esposa en un centro infantil para redondear sus ingresos.
Un árbitro con escarapela FIFA gana USD 700 por partido dirigido. El monto disminuye de acuerdo con la categoría del réferi. En promedio, dirigen dos juegos por mes.
Por ello, la mayoría tiene otro oficio. Son profesores, oficinistas o tienen emprendimientos propios. Algunos, como Franklin Congo, mantienen en reserva sus otras profesiones para evitar que las conozcan los aficionados.
Según Juan Carlos Vizcaíno, preparador físico de los árbitros de Pichincha, la preparación semanal y las pruebas trimestrales ayudan a que los jueces se mantengan en buen nivel. Indica que, cuando un juez no pasa la prueba, es suspendido y tiene opción de volver a rendir el examen en un mes.
En Guayaquil, los jueces inician sus entrenamientos a las 06:00 en el estadio Christian Benítez y la cancha de Fedenador. En Quito, se preparan en dos horarios, en el parque La Carolina, en la Universidad Central y en La Vicentina.
El martes, los árbitros cumplieron tests en Guayaquil. El jueves, lo harán en Quito.