El tenis femenino de élite está en crisis por culpa de un ingrediente que, hace 15 años, estuvo en auge: el ‘glamour’. No obstante, ahora es difícil hallarlo en la actual nómina de las diez mejores tenistas del momento, cuya lista se encuentra en estas páginas.
Cuando la rusa Anna Kournikova irrumpió en 1995 con su belleza y su desparpajo en los torneos, se acabó la era de las tenistas como Steffi Graf, Gabriela Sabatini, Chris Evert Lloyd y, sobre todo, Martina Navratilova, atletas que buscaban la victoria.
Kournikova, un imán irresistible para las cámaras, convirtió a las canchas de tenis en una pasarela. No importa que nunca haya podido ganar un torneo, pues los directivos del tenis mundial apostaron todo al desarrollo de la imagen, un enfoque que terminó por ablandar al tenis de mujeres.
Las herederas de Kournikova, ya retirada y convertida en un personaje del jet-set, pagaron el precio. En el 2008, la rusa María Sharapova, tan hermosa como Anna pero mucho mejor jugadora (fue número uno en el 2005), estuvo en un serio aprieto cuando se negó a filmar un comercial pedido por la dirigencia del tenis mundial de mujeres (WTA, por sus siglas en inglés).
Sharapova denunció que la WTA amenazó con multarla con USD 300 000, por no grabar un comercial en vísperas del Abierto de Roma.
Por contrato, las tenistas deben estar disponibles al menos durante tres horas semanales para actividades sociales del torneo que involucren a patrocinadores o la propia WTA.
Las fotos semanales que ofrece la WTA de acciones ‘fuera de cámaras’ tienen que ver con ese compromiso de llevar el atractivo del tenis más allá del juego, cuya calidad suele ser criticada por los especialistas.
La queja de Sharapova puso en evidencia que el tenis femenino privilegia la promoción a la acción, la ficción de un comercial a la realidad de una competencia: prefieren a una estrella cansada para un torneo pero dispuesta para un aviso. Los agentes empezaron a mandar sobre las jugadores, más que los entrenadores.
Por eso, el ex astro John McEnroe sugirió que el tenis femenino debería reducir su calendario para no exigir a las mujeres “lo que estas no pueden dar”. McEnroe manifestó su enojo por los partidos aburridos y el flojo estado físico de la mayoría de las tenistas.
Las jugadoras ‘top’ de hoy tienen permiso para jugar no menos de diez torneos, tres menos que el mínimo que regía hasta el 2009, y su temporada se cierra en octubre, semanas antes que la de los varones.
Haber alentado el ‘glamour’ era un riesgo, pues se dependió de tenistas como Sharapova, Ana Ivanovic, Martina Hingis y Daniela Hantuchova, cuya belleza contrastaba con las más corpulentas Venus y Serena Williams, Amelie Mauresmo y Lindsay Davenport, acusadas de preferir un tenis potente, sin los recursos técnicos de antaño. La excepción: la ex número uno Justine Henin.
Este 2010 ha sido un año de transición, con la hegemonía de Serena Williams tras un 2009 en que el liderato del escalafón cambió de manos varias veces. Las modelos están fuera del ‘top ten’, cuyas integrantes, para dolor de la WTA, son menos populares. Incluso hay treintañeras.
Pero hay matices. La danesa Caroline Wozniacki, actual número dos, ofrece esperanzas de que el tenis femenino recobrará su calidad gracias a algo más que raquetazos.
La WTA celebra que la china Li Na haya crecido lo suficiente para estar en la élite, lo cual abre las puertas del mercado de China al tenis.
La presencia de la belga Kim Clijsters es la nota más destacada, pues regresó en el 2009 tras dos años de retiro por maternidad para lanzarse a la conquista del primer puesto, algo que lo logró en el 2003.